domingo, 20 de diciembre de 2009

Fieles infieles

El gatuperio sabe de fieles que tiemblan ante ciertas decisiones y no son fiables, por eso, a la hora de decidir uno ha de mirar más qué ha puesto en cada uno de los platillos de la balanza y menos qué peso dan...

—Entonces, ¿qué sentido tiene sopesar las cosas si no nos podemos guiar por su valor frente a otras?
—Mucho, uno debe valorar lo que tiene por lo que es y no por lo que le pesa...

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El gatuperio almotacén

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Segunda simetría

Durante su estudio del reflejo, el gatuperio ha visto al otro lado del espejo a alguien diferente del gatuperio; entonces se han mirado a los ojos. Y han sabido que eran seres diferentes.

También se ha percatado de que a ambos lados la simetría es tan perfecta que ahora que se han alejado un poco del espejo, los dos se añoran por igual...

—¿Reflexiva o recíprocamente?— preguntan desde el otro lado.
—Ese es el matiz. A ratos creo que tú eres reflexiva y yo soy recíproco; pero estoy seguro de que en tu lado yo soy reflexivo y tú recíproca...

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El reflejo del gatuperio

lunes, 30 de noviembre de 2009

Marcas

Está muy bien que de cuando en cuando uno recuerde a otro dónde están los límites de la amistad y hasta qué punto pueden gredirse. Pero no está bien aprovechar la confianza para que uno le clave a otro un puñal y así repintar con sangre esa marca.

—No te clavé un puñal...
—Cierto, me clavaste un pincel.

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El gatuperio marqués

domingo, 29 de noviembre de 2009

Y luego no te quejes

Cuando sonrías procura que no se vea lo que ocultas dentro de ti. Puede ser muy desagradable que lo que conscientemente intentes ocultar sea mostrado por la toma de conciencia de lo que realmente sucede.

Y luego no te quejes, ni me insultes.

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El gatuperio dolido

sábado, 28 de noviembre de 2009

Espacio

El uso del espacio define tanto a una persona como sus acciones o sus palabras. Incluso más que la aplicación que hace de los librepensamientos primero y segundo.

El uso del espacio se rige por la misma norma que equilibra derechos y deberes, sólo que su condición de medio de transmisión de la palabra permite un equilibro más laxo, casi libertino.

El uso del propio espacio es el botón que muestra lo que uno puede hacer con el de los demás si se le permite invadirlo.

Así pues, entiende de una vez que si me alejo de ti no es para que me persigas, siquiera con la intención de que la distancia no aumente y a lo menos se mantenga. Tampoco es para eches a correr en cualquier otra dirección ni para que te quedes inmóvil como un gato de porcelana...

Si me alejo de ti es para que no vuelvas a mentirme y a decirme que no hay problema en que cada uno tenga su corral mientras tus zorros me matan las gallinas...

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El gatuperio incomprendido

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Así es la vida


Así, y no de otra manera.

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El gatuperio fotográfico

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Luz con la que ir a tientas

Mientras recorre su camino, hay quien tiene tiempo de observar como los demás recorren el propio... Y hasta puede permitirse parar un momento para descalzarse un ratito y tumbarse sobre la hierba a filosofar, elaborando sencillas teorías sobre la luz que cada uno guarda en su interior y el provecho que saca de ella a la hora de iluminarse en la vida. Y llega a la conclusión de que alguno, por muy hermosa que sea la luz que guarda, todavía anda a tientas.

Y el gatuperio se maravilla, a él no le da tiempo a nada ocupado como está en no tropezar...

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Lo que robó el gatuperio

sábado, 7 de noviembre de 2009

Insoldable

Mientras el gatuperio piensa que no se aleará hasta pasado mucho tiempo, el óxido le roe y le corroe las entrañas: la conciencia del vacío es insostenible.

Y para sobrevivirse imagina una vida surgida del artificio...

—¿De qué artificio?
—Pues no lo sé, acaba de desprenderse.

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Alguna de las tenacidades del gatuperio

viernes, 6 de noviembre de 2009

Zapatitos de plomo

El gatuperio, últimamente, cree que como contraprestación de un gran sacrificio solo caben los pequeños detalles y no el artificio de un gran compromiso tal vez vacío de ellos.

Y aunque es consciente de la injusticia que supone ofrecer o exigir esos pellizcos de sal antes siquiera de empezar a planificar seriamente una cibaria rica en zumos de naranja, empieza a darse verdadera cuenta de que si en su momento no se espolvorean adecuadamente, algo será soso...

Por eso decide calzarse los zapatos de plomo con los que otros recorren el camino.

Eso sí, no renuncia a ninguno de sus derechos...

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El caz del gatuperio

viernes, 30 de octubre de 2009

El país de los ciegos

—En el país de los ciegos bien puede gobernar un tuerto.
—¿Y si lo es de ambos ojos?

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El cabreo del gatuperio

miércoles, 28 de octubre de 2009

Zapatos de plomo

No, no renuncio a enamorarme de ti. Esos zapatos de plomo que te has puesto para el camino no van a impedírmelo.

Ya puedes demorarte y coger las curvas lo más abiertas posible; ser previsora y hacer noche aunque no hayas caminado ni hasta mediodía; aprovechar las sombras y las piedras que haya al paso; aprovisionarte aunque lleves las faltriqueras a rebosar...

Ya puedes hacer lo que quieras, que yo haré lo que me parezca.

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Una de las intenciones del gatuperio

jueves, 22 de octubre de 2009

Palabras dulces para un futuro amargo

Durante días, de tu boca salieron palabras dulces para un futuro amargo... Pero es ahora cuando me doy cuenta de hasta qué punto y para quién.

Sí. Es tarde para que me digas que me quieres, pero no porque me dijeras demasiado pronto que ya no me querías, sino porque ahora mi tiempo ha dejado de ser entero para convertirse en continuo: he dejado de contarlo por periodos finalizados, ahora lo hago teniendo en cuenta los que empiezo.

Y me es imposibe precisar cuántas veces entonces vertí suavemente al cauce de tu oído que te quería y que no podía pasar un segundo más sin que lo supieras, y no pasaba, aunque tú no escucharas, no pasaba...

Por eso, ahora que me encuentro en ese punto en que es muy pronto para decirle que la quiero, y muy tarde para no quererla, prometo contarlas, para que mi futuro sea dulce y todo lo amargo se lo lleve el viento....

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Lo umami del metagatuperio

lunes, 19 de octubre de 2009

Estos días son esos días...

Estos días son esos días que tanto esperó el gatuperio. Han llegado sin avisar, sin que nada le haya puesto en alerta, simplemente han llegado.

Sí. El gatuperio lo sabe porque está dejando de tener ciertas necesidades que se habían convertido en vicios.

La toma de conciencia también ha sido solapada... Un beso a escondidas paseando por la calle, con amigos, una mano entrelazada bajo la mesa, una sonrisa furtiva entremedio de una conversación sobre el futuro y su consecuencia, su pijama cubriendo otro cuerpo...

Y el gatuperio se concentra en asimilarlo porque aunque lo intuía, se empieza a dar cuenta ahora del punto en el que están las cosas...

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Lo que piensa el gatuperio

miércoles, 14 de octubre de 2009

Abrazos

El gatuperio descubre que le gusta que le abracen y que le quieran mientras sueña.

Y lo descubre tras haberlo cubierto...

[...]

—¿Y qué hiciste durante todo ese tras? —pregunta en un susurro una voz traída por el levante.
—Pues, posiblemente, no pedir nada a cambio. O no soñar.
—Tontito —responde la voz mientras se le acerca bajo la sábana—. Ven que te abrace un ratito más...

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Lo que le encanta al gatuperio

lunes, 5 de octubre de 2009

Desangre

Ahora que el gatuperio deja de ser gatuperio y muta, experimenta una serie de sensaciones hasta ahora muy desconocidas para él.

Una de ellas es la de la puñalada del abandono. En estos momentos mana sangre de esa herida. Parece ser que lo que hubo en su momento fue la tristeza de ser dejado y la costra no era más que la nostalgia de lo conocido y la esperanza de volver a transitar por ciertas sendas, por muy espesas de maleza que estuvieran.

Y es una sangre espesa que se pega al metal como si en ello le fuera la vida, parece como si empáticamente impidiera que esa hoja que se le clavó hasta lo más hondo de las entrañas pueda volver a sentir el frío de la soledad.

Pero por otra parte, el gatuperio quiere curarse de tal herida, porque le duele y le mortifica el sentimiento...

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Una de las sensaciones del gatuperio

jueves, 1 de octubre de 2009

Suspiros

El agua de setiembre se llevó casi todo lo que tenía que llevarse; por suerte, han quedado algunos suspiros enredados entre las conchas.

—¡Corre! ¡Atrápalos! Saben a besos de amor de domingo.
—Pero si tendré que meterme en el agua hasta las rodillas...

[...]

El gatuperio cruza la playa y recoge sus suspiros. La orilla recupera su vaivén y las pisadas de los paseantes. Al fondo, sobre el horizonte, más tarde, volverá a ponerse el sol una vez más.

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La mojadura del gatuperio

sábado, 26 de septiembre de 2009

Prinal

Miro como las gaviotas picotean tus huellas en la arena de la bajamar; se apresuran porque saben que el agua se llevará todo aquello que haya surgido tras tus pasos. Un marinero retirado, superviviente, harto de fumar en su pipa el tabaco del recuerdo, pasa entre cuadernas y quillas naufragadas, donde a veces relucen tesoros a la luz del ocaso. Los desdeña y se aleja consciente de que lo que el mar reclamó no lo devuelve. Algunas parejas caminan por la orilla, mojándose los pies a intervalos de ola, vestidos con el manto dorado del atardecer sobre el horizonte, mientras las gaviotas disputan cuanto consiguen llevarse de ti...

Siento la melancolía de una interminable marea y la infinita soledad de una paciente playa que sólo espera que el mar deje de cortejarla para hacerle un amor de otoño...

Siento la tristeza del que intuye que hay cosas que se acaban y siento la alegría del que espera impaciente todo inicio. Siento como finalmente todo gira y todo rueda, de tal manera que a medida que te acercas vas abriendo los brazos y recortando los pasos, hasta juntar tus pies con los míos y estrecharme en tu regazo. Y las gaviotas echan a volar, el marinero enfila el camino de vuelta a casa y las parejas se besan, en un final que es un principio.

Buscaré un carpintero de ribera y desde esas mismas barcas desembarcaremos en todas las playas...

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La urgencia del gatuperio

martes, 22 de septiembre de 2009

Inicio del final

El gatuperio se plantea muy seriamente su existencia. Nació para una finalidad muy concreta y exacta: decir las cosas que no decía a nadie. Y que nadie se diera por enterado.

Y empezó a decir. Al principio no fue leído más que por él mismo. Hubo algún que otro devaneo y aprendió una lección muy importante: quiérete a ti mismo. Luego pudo ser su momento, pero no se quería demasiado y sucedió que huyó de su propia sombra. Y nadie le hacía caso. Estuvo mucho tiempo hasta que consiguió hacerse caso.

Ahora resulta que nadie quiere dejar de ser nadie y todas quieren ser alguien, pero ya hay alguien que es alguien y ese sitio no está en liza. Y ese alguien no era nadie porque en ese momento ya era alguien.

Entonces este gatuperio ya no necesita decirle nada a nadie, necesita decirle todo a alguien. Y eso es difícil hablando un idioma harto de rencor, rabia y mala entraña.

Muy difícil...

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El estertor del gatuperio

jueves, 17 de septiembre de 2009

Soy así

Llevaba un tiempo queriendo enamorarme de alguien cuya existencia se presumía imposible, pero esa era una mentira que no tardó en saberse cuando apareció ella. Entonces todos me señalaron con el dedo de la obligación y el deber. Estúpidamente me fijé en el dedo y no en la dirección que apuntaba, por culpa de un amor propio que se desbordó como un río tras una tromba.

Hasta en eso soy así. Y en esas estamos.

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El gatuperio erio

lunes, 14 de septiembre de 2009

Llueve

La lluvia de final de verano me cambia la luz del sol por una intensa fragancia a tierra mojada. Por todas partes, como un ejército en una maniobra envolvente, cerrando cada salida y escapatoria, cerniéndose inapelable como un halcón, imparable. Todo, todo es olor a tierra mojada.

Tierra mojada pero todavía caliente de un sol escondido y secuestrado tras las nubes.

Tierra mojada pero ya seca en sus capas más superficiales, que huele a la podredumbre del recuerdo de lo que fue.

Tierra mojada y revivida escaso tiempo, tal vez sólo para que no muera ni se desmenuce con el paso de los días.

La lluvia de final de verano es violenta, abundante y complicada de guarecer. Y muy muy rencorosa, envenenada por la furia de no ser la primera de otoño...

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El gatuperio que escampa

sábado, 12 de septiembre de 2009

Puntos de no retorno


Este es el punto de no retorno. Uno de tantos. Lógicamente es de salida; sin salir no es posible retornar.

Cuando uno se halla ante él, le suceden una serie de pensamientos vertiginosos, una suerte de película vital montada con vivencias y recuerdos que van a devenir en míticos tras superar ese umbral. Entonces es cuando las decisiones toman cuerpo y se convierten en adversarios temibles contra los que luchar o morir lejos del coliseo de la indiferencia en el que generalmente vegetan los apocados. Y la lucha es siempre desigual porque no hay armadura que proteja del remordimiento, la nostalgia o la tristeza.

Este es el punto de no retorno tras el que se halla la alternativa a nada, porque nada tiene alternativa aunque no sea alternativa de nada (a alguna le convendrá leer este punto varias veces hasta comprender correctamente el juego entre las negaciones).

Este es el punto de no retorno cuya otra parte tiene escrito «entrada», aunque traspasarlo en dirección contraria no lleve hasta este mismo lugar, por eso, espérame fuera y no me salgas al camino, no vaya a ser que te me pierdas...

[...]

—¿Perderme? El perdido eres tú, gatuperito. Un día te levantarás, si aún no lo has hecho, y sabrás que ha empezado el principio del final.
—¿De qué final?
—Debe de haberte pasado ya, cuando has visto el punto de no retorno...

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El gatuperio praepunto

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Vuelves

Vuelves con preguntas. Recuerdo perfectamente cómo te alejabas entre los reflejos del asfalto y las farolas macilentas de la noche cerrada...

Entonces todavía creía que las mallas de las redes que te había tirado eran demasiado grandes y que por ello te escapabas una y otra vez... Y lo creí durante mucho tiempo, hasta que me di cuenta de que realmente el problema era que no nadabas en esas aguas. Por eso lo dejé estar, varé la barca y esperé pacientemente a que pisaras otra vez mi playa. Mordí la pipa durante mucho tiempo y me fumé todo tu recuerdo varias veces...

Y ahora que me preguntas qué recuerdo de esa noche de cerveza y humo, sólo pienso en cada uno de los tatuajes que me hice para borrar las huellas de tus caricias en mi piel...

Y me maldigo por ello.

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El gatuperio arrepentido

domingo, 6 de septiembre de 2009

Huir

Cuando decidas huir de lo que antaño fue tu orilla tranquila, piensa que a lo mejor hay demasiado oleaje en tus otras playas y la marea se te está comiendo por los pies. Y de nada te va a servir saber nadar porque no guardaste la ropa.

Y todos te verán tan desnudo que la vergüenza acabará por rematarte.

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El gatuperio mojado

jueves, 3 de septiembre de 2009

Borbores


Lento, recuerdo la manera en que mis dedos se entrelazaban con los tuyos mientras nos cogíamos el paso cuando pasábamos junto a la fuente, y como aprovechaba para apretarte contra mí en los semáforos cercanos hasta que nos daban verde; y entonces, a la carrera, nos preocupábamos más de no soltarnos que de cruzar a tiempo.

Pienso también en ese sol a plomo de última hora de la mañana que me anticipaba una siesta relajada tras recorrer por infinita vez tu espalda vestida de rosarios quedos al vaivén de las sábanas. Más que nada, pienso en tus ojos perdidos una vez llegada; abandonados a los misterios gozosos fuera el día que fuera...

Ahora creo que pensar ya no duele como dolió, pero me encanta ese sabor zafarí que tiene recordar los momentos de sombra sentados en un banco viendo pasar la tarde mientras recuperábamos el resuello...

Al final, la fuente sigue igual de lejana, pero no deja de manar ni por un instante, refrescando el recuerdo...

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El gatuperio praefonte

Ultrantier

Ultrantier, a traición, me preguntaste si yo era el gatuperio, y yo te contesté que sí. Te pregunté quién eras y no contestaste «una más».

Nos tomamos otra cerveza, hablamos de la mentira del nombre y a la mitad me dijiste que te ibas con tus amigas al local de enfrente. Me invitaste a seguirte.

Mientras me acababa las dos cervezas, decidí hacerte caso y te seguí para saber si las manzanas de tus caminos eran tan dulces como parecían. Te dejaste abrazar mientras despachabas a tu guardia personal, que no dejó de mirarme con ojos de lobo...

Probé el licor de tu copa y te susurré que del vaso de tus labios me embriagaría más. Sonreiste experta y seguiste bebiendo. Yo hice lo mismo hasta vaciarme los bolsillos. Tras las banalidades de la conversación se iba forjando un deseo salido del fondo de las entrañas...

Entonces me miraste y me dijiste que te ibas a la discoteca de al lado, y me invitaste a bailar con los labios y a bailarte con la mirada.

Te fuiste, pero te cogí de la mano y te obligué a volver. Te besé en un silencio que solo pude sentir yo y luego te solté. Y tú supiste que no te perseguiría aunque luego te persiguiera.

Me fui a casa pisando la calle y maldiciendo mi buena suerte...

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El gatuperio noctis

Ego

El gatuperio ha borrado esta entrada.

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El gatuperio

viernes, 28 de agosto de 2009

Miedo, distancia y querencia

El miedo es una perturbación del ánimo. La distancia es el intervalo de tiempo o lugar; quedémonos con el lugar. El miedo a la distancia no es más que la perturbación que provoca en el ánimo el intervalo de lugar y su efecto sobre la querencia, que podemos entender como el apetito por el otro.

—¿Qué otro, gatuperio?
—Otro. Otro otro. Un otro empático y simétrico asomado a un espejo que no le refleja sino que le devuelve un gatuperio...

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El gatuperio temeroso

jueves, 27 de agosto de 2009

Simetría

La conmensuración y proporción de unas partes con otras y, también, en relación al todo, es lo que comúnmente se entiende por simetría.

La simetría implica un eje simétrico que ordena el espacio a partes iguales y por cuya doblez los cuerpos se superponen en puntos análogos.

Esos puntos análogos presuponen atributos semejantes en seres diferentes.

Afirmar «El gatuperio creía ser tan diferente» no implica que ahora lo sea o no, o que haya dejado de creerlo, pero sí denota que se halla en plena digestión y búsqueda de analogías...

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El gatuperio estudiante del reflejo del espejo

martes, 25 de agosto de 2009

Depredadoras


Ahí, escondida entre el canto del agua, se halla la criatura que devoró al gatuperio en milisegundos...

Su proceder fue realmente rápido. Con la mirada de sus ojos le inoculó un tan potente tranquilizante que lo dejó fuera de combate hasta que lo tuvo rodeado con sus brazos; luego, unas leves carícias por la espalda hicieron que el gatuperio empezara a metabolizarse interiormente en una especie de caldo que ella empezó a sorberle a besos a través de la piel del cuello; mientras, iba despojándolo de todo ropaje no comestible y lo iba colocando en decúbito prono sobre su propio supino. Finalmente, tras sacudirlo un poco, el gatuperio sobrevino...

Y mientras ella se relame, satisfecha, los recuerdos de entre la comisura de los labios, él, melancólico, va a tardar años en digerirla...

Aunque este es el triunfo del gatuperio, hacer saber a sus depredadoras que pese a que puedan devorarlo, quien digiere es él...

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El gatuperio constrictor

lunes, 24 de agosto de 2009

Penúltimo diálogo

Sucede en un aeropuerto de juguete. Él se va; ella se viene. Han pasado juntos un fin de semana largo de agosto contando arabescos.

—Sólo he utilizado una tercera parte de la ropa que traje. Fíjate, me he puesto tres pantalones y llevaba cinco, más los tejanos. Y lo mismo con las camisetas y la ropa interior.
—Ya, por eso la maleta te revienta...
—No, ahí van los besos que no te he dado...
—¿Sí? ¿Y por qué no los has dado todos?
—Si no me ha dado casi tiempo...

En ese momento el chico que facturaba esbozó imperceptible una leve sonrisa y pensó mientras ellos se besaban: «Ni tan solo ha pestañeado...»

* * *

¿Quién no pestañeó? ¿Él? ¿Ella?

Tal vez hay gente que de simétrica no necesita conocerse más...

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El gatuperio ante el espejo

viernes, 21 de agosto de 2009

El palacio de Aixa

Tiene caminos de manzana por los que perderse una y otra vez, renuentes legendarios a cualquier cartografía.

Tiene patios con fuentes y canales y losas de mármol de fría luna, llenos del rumor de acequias lejanas en los que se bañan leones de piedra que, lentos pero inapelables, despedazan y desgarran cualquier atisbo de impaciencia.

Tiene puertas dulces que se abren con la yema de los dedos y que guardan desahogos secretos y placeres solitarios, flanqueadas por eunucos celosos del filo de sus alfanjes y cimitarras y del aroma a rosas del pubis que despide su soledad.

Tiene la sonrisa plagada de estrellas y cometas, y sonríe cuando consigo cerrarle los ojos con el beso de mi ansiedad. Sonríe tanto, tanto...

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El gatuperio fátimo

martes, 18 de agosto de 2009

La campana

Esta es la campana que mata mis tardes de agosto.


Desde su campanario, con la precisión del que no tiene corazón, habla inexorable palabras cortas y profundas que describen un tiempo que no va a volver y que no hemos vivido lo suficiente.

Esta tarde angosta, de sol pegajoso y aire esquivo no va a tener más piedad que otras tardes, ni menos...

Algunos atardeceres, de puro rojo, casi me convencen de que las toca un demonio con cuerpo de sacristán...

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El gatuperio impaciente

Des(a)tino

La omisión de los hechos no nos libera de la acción. Ni por un solo momento nos quedamos libres de obrar.

Bhagavad-gita, (Canto tercero)

¿Qué es la acción? ¿Qué es la no acción? Estos interrogantes son los que turban con frecuencia a los sabios. Hay que poner toda la atención para obrar. Hay que poner toda la atención para no obrar. Hay que estar atentos, porque en lo más profundo de la no acción puede estar también la esencia del acto.

Bhagavad-gita, (Capítulo cuarto)

El filósofo del tercer banco pregunta: «¿Significa eso que que te quieran o no te quieran, no dejan de quererte?»

El alborotador hexadecimal afirma: «Sí o sí y solo sí querer es querer.»

El gatuperio corre, y corre y corre, no vaya a ser que le atrape el destino en su quinta jardinequipada.

...Pero tampoco quiere correr demasiado, oiga. Lo mejor es que lea en los ojos de los ojos con que sueña...

Y en eso está...

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El gatuperio zweig

domingo, 16 de agosto de 2009

Pan

De cuando cuando en cuando me lees con ojitos de dameunbeso.

A lo mejor el brillo de tus ojos me permite verte sobre el horizonte esta noche.

A lo mejor te disfruto en la soledad de mis sueños, y con la humedad de tu recuerdo y la harina de mi deseo te hago pan.

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El gatuperio rescatatextos

Olvidos

Es muy posible que poco a poco me desdibuje. La semana que viene no sabrás de qué color son mis ojos, y al siguiente habrás olvidado el calor de mis caricias.

Y me da igual.

Realmente, me da igual. Yo haré lo mismo. Porque es ley de vida. Y me dedicaré a no olvidar ciertas cosas: tus manos sobre mi vientre, el calor de tus labios en mi cuello, tu respiración entrecortada... Tu sonrisa expandiéndose...

Y cuando alguien me pregunte sobre ti, solo podré responder con eso. Y me bastará

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El gatuperio graciado

sábado, 15 de agosto de 2009

Un sábado azul

Esta mañana de sábado azul removía el café pensando en qué rincón de entre mis sábanas te habías escondido, y se me han ocurrido cientos y cientos. Esta noche no te me escaparás, por mucho que juegues a decirme que realmente ya cruzaste el mar y que busque tu rastro entre las olas.

No. Yo sé que las velas de ese barco no las infló el levante ni las quiso desgarrar la tramontana, y que en su navegar mediterráneo no tocaste más puerto que el que ahora ilumina el mismo faro que me permite empezar a escribir estas líneas.

Yo sé todo eso.

Y más ahora que he descubierto que el horizonte puede estar en cualquier dirección, y no sólo hacia levante...

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El gatuperio argántonico

jueves, 13 de agosto de 2009

Cierra los ojos

Me dijiste: «Mira al cielo»
Y el cielo estaba cubierto de estrellas.

Me dijiste: «Mira la orilla»
Y la orilla estaba cubierta de espuma.

Me dijiste: «Cierra los ojos»
Y me cubriste el cuerpo de besos.
Y me hiciste un amor con el que ir a misa de domingo.

—¡Soy melibeo!— grité por si las moscas.
—¿Qué significa?
—Melibeo soy porque en Melibea creo...

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El gatuperio celestino

miércoles, 12 de agosto de 2009

Introspección

La Sala es grande, inmensa. Hay un banco justo en medio.

—Póngase en pie el acusado.

Me levanto y miro al juez. Es mayor.

—¿Es usted el «Gatuperio... Ataráxico»?— pregunta arrastrando la última palabra.
—Sí.
—¿Sabe que se le acusa de estar enamorado?
—Algo he oído. Yo solo escribo. ¿Acaso eso es delito?
—No, en sí mismo no, pero es que además resulta que usted lo proclama a los cuatro vientos... ¿Qué arguye en su defensa?
—Un cambio de verbo estativo por uno permanente...
—Explíquese— resopla el juez.
—«Esté» o no «esté» enamorado, «soy» un enamorado. Si le digo que «estoy» enamorado a lo mejor me dura dos segundos. Si le digo que «soy» un enamorado, le estoy diciendo que lo seré para siempre...
—¡Adúltero!— grita un filósofo escondido en el tercer banco...
—¡Orden! ¡Orden!— dice el juez secamente mientras gesticula con la mano derecha pidiendo silencio —La pena para los que están enamorados es muy dura. ¿Por qué ha escrito cosas tales como «cada vez que me llene el pecho de tus sábanas», «por pijama tuve tu piel», «observarte felizmente en silencio» o «mientras te secabas sobre la toalla a la luz del atardecer, te empecé a extrañar»?
—Señoría, eso no es más que una introspección...
—Habla con palabras normales, ¡cobarde!— grita un alborotador hexadecimal a lo lejos...
—¡Orden! ¡Orden!— vuelve a decir el juez mientras gesticula con su mano derecha pidiendo silencio —La próxima vez desalojaré la Sala. Prosiga.
—Quiero decir que sí, que mi cuerpo está experimentando un cierto goce en la contemplación objetiva de ciertos hechos y situaciones en relación a una determinada persona...

De repente el alborotador hexadecimal se desmelena y ataca fieramente al alguacil más próximo, distrayendo a toda la Sala, momento que aprovecha el filósofo para liberarme...

Echamos a correr, poniendo tierra de por medio...

A media carrera se me gira uno y me dice: «Con lo fácil que es decir que la chica te gusta...»

—Mira que os lo he dicho, que todo es un ejercicio de introspección...

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El gatuperio manumiso

martes, 11 de agosto de 2009

Extraños

Con el agua hasta el ombligo y los pies enterrados en la arena me dijiste que eras una extraña. «Me da igual, más adelante serás una extrañada» contesté.

Y sucedió que mientras te secabas sobre la toalla a la luz del atardecer, te empecé a extrañar. Y mientras te sacudías la arena de los pies; y mientras ponías mar de por medio...

Y esa noche, mientras el sueño me engañaba y me convencía de que aún seguías a mi lado, te extrañé por completo.

¿Y qué me queda ahora? Saber que los dos teníamos razón, solo que tú eres capaz de hablar en presente y yo lo confundo con el futuro.

Mejor así.

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El gatuperio desentrañante

lunes, 10 de agosto de 2009

Nombres

Cada cosa tiene su nombre. Hasta que no la tiene, no existe. No existe nombre sin cosa.

Por tanto, esto que nos ha pasado a ti y a mí no ha pasado porque cada uno parece haber huido isófenamente de cualquier nombre.

Entonces, desengañémonos: no hubo ni besos de cerveza ni abrazos, ni paseos a la luz de la orilla por la luna, ni dudas sobre si el día siguiente habría fermentado el sabor de tu boca... Tampoco hubo desafíos al exponerlas, ni miedos al comprobarlas.

No, te amó otro y otro te arrancó el agua de las entrañas mientras recorría los caminos de tu espalda caracoleándotela con sus yemas mientras un otro otro te besaba.

No hubo nada porque todo nos fue suficiente para no necesitar ser nombrado. Incluso su noticia es falsa.

Y sin embargo, cada vez que me llene el pecho de tus sábanas recordaré que por pijama tuve tu piel y que no fui más capaz de dormir con ella que de observarte felizmente en silencio, mientras nuestros cuerpos proseguían con su diálogo.

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El gatuperio insomne

Bajo la concha

En la playa, bajo una concha encontré la boca de una botella enterrada, cerrada con un tapón de corcho. La desenterré, le sacudí la arena y la limpié cuidadosamente. Cuando miré al trasluz pude observar como en su interior se acartonaba un papel. Abrí la botella, lo saqué, y ahíto de emoción contemplé largamente unos dibujos que había, maravillosamente finos y seguros de trazo. Casi al final, leí estas palabras: «En la playa, bajo una concha encontré la boca de una botella enterrada...»

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El gatuperio a cinco voces

jueves, 6 de agosto de 2009

Diálogo corroblero

—La ataraxia es un estado de serenidad que dimana del alejamiento de cualquier estado pasional. Esa serenidad permite un análisis de la vida cuya finalidad última, en el caso de quien dice, debe ser conducirse por el camino más tranquilo posible.
—¿Y a dónde lleva ese camino?— pregunta una voz.
—Pues dónde no estés tú ni ninguno del resto.
—Ya. De ahí lo de «gatuperio»...

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El gatuperio chispo

lunes, 3 de agosto de 2009

No more I piruls you

No te engañes. Puedo aceptar que me engañes a mí, e incluso al resto. Pero me niego a creer que seas víctima de tu propio embuste.

Me niego. No es posible. Esa filfa no te pasa por la tráquea.

A lo mejor la llave que cierra tus ojos no es la misma que cierra tu insomnio. Rebusca bien en tus faltriqueras, tal vez compartan doble fondo con tu hipocresía.

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El gatuperio melao

domingo, 2 de agosto de 2009

Siempre fuiste una playa

Siempre fuiste una playa. Con una orilla entre los pinos y el mar, y olas suaves, y arrullos al norte de poniente.


Pero así como tenías una arena blanca y fina, no era tuya. Y a años hubo más, y menos. Y esa orilla cuajada de ojos de santa Lucía avanzaba y retrocedía a la medida de los caprichos del invierno.

Siempre fuiste la playa en la que les crecían las piernas a las sirenas y los cangrejos ermitaños podían dejar los zapatos a la puerta de sus caparazones cuando se retiraban a dormir..

Por eso, ahora que paseo por aquí se me clavan algas secas cada vez que recuerdo que sigo solo...

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El gatuperio paguroideo

viernes, 31 de julio de 2009

Conductualismo

El gatuperio es consciente de que cualquier camino lleva a algún sitio.

Y si alguno lleva a ninguna parte, lleva pues a su principio.

Otro, todavía, no se dará cuenta de que está mordiéndose la cola, como hacen los perros en furiosos corros consigos...

Y alguno, más allá, todavía creerá que la culpa no es suya.

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El gatuperio ducto

sábado, 25 de julio de 2009

Conócete a ti mismo

El gatuperio cree jújopemente que Naguib Mahfuz era un socrático convencido cuando resumió toda poesía afirmando que al leerla podía entender lo fácil y que se contentaba con seguir su ritmo cuando era difícil...

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El gatuperio marfuz

miércoles, 22 de julio de 2009

Gratulación de los tres porqués

Contigo, en este momento, el gatuperio se gratula de poderte decir muy claramente que todo aquello que tú le has tirado a la cara como un esfuerzo y un sacrificio, él ya lo tiene más que cumplido sin por ello haberlo pintado del color del quid pro quo.

Porque lo que para ti fue normal, para él pudo ser un martirio. Porque lo que tú reclamaste como sudado por tu esfuerzo, él ya lo había recogido durante la travesía de la esperanza de un futuro común. Porque cada vez que se te caía algo y desdeñabas su porvenir, él te remendaba el hatillo, te cosía los bolsillos y te cerraba las alforjas creyendo firmemente que lo siguiente podía ser tu propia soledad.

Y, pese a todo, finalmente cayó, y por ello nos gratulamos el uno con el otro.

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El gatuperio pasionado

lunes, 6 de julio de 2009

Mareaje


En este mar, la marea sube y baja. Si sube puede ahogar, pero también tragar. Si baja puede descubrir, sensu contrario: recordar.

Quiero que se trague todo lo que me gustaría que no se ahogara. Quiero que recuerde todo lo que no debe olvidarse, pero que no nos descubra nada.

A ratos emergen las cuadernas de un barco, costillares de un pecho en que ya no late ningún corazón. Me encantaría embarcarme en ellas para que la marea me llevara en su viaje, pero la cornamusa del miedo y la esperanza me atenaza, y sin llegar a saber miedo a qué o esperanza de qué, me veo amarrado mientras ella sube y baja...

Pleamar, bajamar...

Y entonces recuerdo dulcemente que su beso no cesa más que en las noches calmas en las que quiere que le haga un amor de vaivén.

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El gatuperio protomareal

lunes, 29 de junio de 2009

Camelo en quinta

Yo también sé desafiar al tendido y engañarlo con una faena falaz desde los medios...

Y si lo hago, después tendré los arrestos para arrimarme hasta más allá de los pitones para que cuando el toro derrote, tiña la mentira del rojo cierto de esta mi sangre que ahora bulle de rabia.

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El gatuperio boyante

miércoles, 17 de junio de 2009

Dones

Sucede que hay cosas que ocurren en todas partes, de la misma manera y que no puedes controlar.

A veces, incluso, a un tiempo.

Entonces quisieras ser ubicuo para poder huir de todo a la vez, pero en vez de eso la clariaudiencia te machaca sin piedad...

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El gatuperio bilocado

viernes, 5 de junio de 2009

No te hace bien

Deja de llorar por las esquinas y de reprocharme sobre los hombros parciales de gente tan amiga que, por verte partir con la música a otra parte, te dará una razón que no tienes ni podrás tener. Alguno, incluso, se entrerreirá de ti...

No te hace bien. Y lo sabes.

Deja de verme con la mirada del remordimiento y mírame a los ojos. Asume tus errores. Asúmelos.

Nadie te absolverá de ningún pecado si no te me arrepientes. Yo no te perdonaré nada si no te disculpas. Y aunque lo hagas, a lo mejor tampoco...

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El gatuperio afiriente

martes, 2 de junio de 2009

Espuroca


Como la roca en que porfía y porfía el mar, me siento invulnerable.


Y aunque de cuando en cuando me desgajéis algún que otro cachito en algún arranque de ira, yo sé que no podréis conmigo.


Y aunque de cuando en cuando me cubráis con el beso de Judas, yo sé que no podréis conmigo.


Así que sabedlo: de la unión de la espuma con la roca no es posible que muera nada.

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El gatuperio róqueo

miércoles, 27 de mayo de 2009

IIXIIXII

IIXIIXII

Ya no vale acordarse
del camino que tomaste
para llegar hasta aquí,
del color del cielo
antes de que te anocheciera,
de las manos que te acariciaron
mientras ibas partiendo,
de las lágrimas que inundaron
las calles de mis pasos.
No vale. Es querer abarcar nada.

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El gatuperio ceptor

domingo, 10 de mayo de 2009

Metaficción

Un Cide Hamete Benegeli me ha escrito este correo electrónico:

      Distinguido señor Gatuperio,

      Tras haber leído muchos de sus escritos, deseo complacerle haciéndolo sabedor de un hecho particular. Anteayer, mientras conversaba tranquilamente con quien tal vez no debiera, enuncié esta teoría:

      La vida pone a todos y cada uno en su lugar. Tarde o temprano cada persona encuentra el final de su camino. Puede ser que alguna llegue a dar muchas vueltas, pero tan cierto es que llegará a su sitio como que algunos tomaron una línea recta que no abandonaron. Y si alguno llega a algún sitio y no es el que nos parece que le corresponde, es porque estamos equivocados y no hemos tenido en consideración de manera correcta la circunstancia que nos pone en relación con esa persona.

      Durante el silencio que poscedió me di cuenta de que había hablado como lo hubiera hecho el verdadero Gatuperio Ataráxico.

      Con estas letras espero simplemente hacerle llegar mi halago con una venia genuflexa en prueba de mi devoción.

Y yo le digo a este señor que no crea que me lo creo, que no por haberme tomado en serio alguna vez voy a creer que se halla en otro lugar.

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El gatuperio que sierva

miércoles, 29 de abril de 2009

Desamanecer


Por un momento me has mirado largamente.

Sí, tú. Tú me has mirado largamente. Y no creas, me ha dado tiempo a descubrir que mientras en un ojo se te muere el sol del rencor, en el otro te resquema un amanecer radiante.

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El gatuperio estereoscopicado

domingo, 26 de abril de 2009

Es una tarde de las que tardan



El actor principal hoy es un sol que no ha caído a plomo.

Este teatro no cobra la entrada para ver la función. No hay asientos de platea y el gallinero está imposible. Encuentras un lugar en alguna parte.

Sólo consigues abstraerte pensando qué más puede consumirse.

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El gatuperio crepuscular

sábado, 11 de abril de 2009

Noticia de Worcester

Me perdería la arrogancia si dijera que esperaba tus visitas. Bueno, tal vez más la segunda que la tercera, y siempre estas dos más que la primera. De todas formas, es totalmente falso que esas secretas esperanzas fueran auténticas esperas.

Tú ya me conoces de sobras y sabes que escribo así lo que siento asá.

Ha pasado poco más de un año y el tiempo te ha dado la razón: no soy de fiar ni de confiar. Ese camino que en su momento tomaste a mí me iba a llevar a ninguna parte, y es de justicia reconocerte que aunque pudiera parecer que la luz del sentido común no lo iluminaba demasiado, sí lo iluminó lo suficiente.

Al final, tanto fotografiarte puestas de sol fue el refugio de las ansias de amanecer; tal vez por eso lo que desde esta lejanía es mi ocaso, desde allí donde tú estés es tu despertar.

A todo esto, recuerdo con un punto de melancolía cómo el principio coincidió con la muerte de Umbral y cómo, pese a lo mucho que ha llovido y los muchos charcos en los que me he ido metiendo, sigo siendo tan vanilocuente como él sublime.

Puedo esforzarme en decir mucho porque sé que al final no habré dicho nada. Tal vez ni mereceré una tira de Mafalda por respuesta.

Y sabes que no me dará igual porque sabes que cualquier cosa que hagas será interpretada como respuesta. En sazón, lo más que me va a suceder es que no contestes, entonces ya sabré que no quieres saber nada; y eso es precisamente lo que más me va a doler: constatar como tu necesidad de aprender no pasa bajo el puente de mi estupidez.

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El gatuperio bimembre

martes, 7 de abril de 2009

Mirares adversativos

Tú me has visto y me has mirado más de la cuenta. No has parpadeado. No has dicho nada. No te ha importado lo que un poco más tarde hubiera podido suceder.

Uno podría pensar que parece claro que que tu futuro no es el mío, pero otro cree que cuando miras no miras pero miras, porque está convencido de tu mirada adversativa y de tu capacidad de ver lo que otros no ven donde ven lo que ven; a lo mejor es porque ves cosas que sólo quieres que puedan ser vistas por ti.

Yo sé que miras hacia dentro. Y que cuanto más lejos clavas más adentros miras. Y eso te impide apreciar lo que hay en tus afueras. Pierdes el tiempo en procurar que nadie más husmee en tu interior.

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El gatuperio lleco

miércoles, 1 de abril de 2009

Sendas de yerro

Trufado de reniegos, baldones, oprobios e imprecaciones, el camino de la culpa se recorre siempre con el rabillo del ojo, más pendiente uno de lo que sucede detrás, por si pudiérase rehacer, que no delante.

Calzarse con emperros no permite llegar más lejos; abjurar puede ser de cobardes, temerosos ellos más del infierno en la Tierra que de la espera, eterna, del tren de la redención en el andén de la culpa. Ese viaje al sueño de los justos sólo puede darse en comunión con uno mismo, asumido todo lo asumible y sin otro lastre que el de la propia propuesta de mejora. Esquivar cualquier intento de vindicación que no brote del propio manantial del sentido común se hace también imprescindible.

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El gatuperio estigmatizado

jueves, 19 de marzo de 2009

Que pase un día más

Ligeramente entrada la tarde, triste, ahíto del salitre de la vida, en lo más alto de sus acantilados, me he propuesto saltar al vacío del mar, sin más... Tan sólo esperaba una caída como las de los ojos de las felatrices cuando están a punto de rematar su arte. Pero en ese momento de suprema determinación e ímpetu inexorable, una ola anabática me ha hecho saber que la ley de la gravedad también puede quebrantarse.

Y ahora, salado por dentro y por fuera, me vuelvo a casa a esperar que pase un día más...

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El gatuperio salino

lunes, 9 de marzo de 2009

CCF

Para que grabe tu nombre en la corteza de un árbol debes merecer que te recuerde.
Para que te recuerde he de pensar en ti más de lo que piense en otras.
Para que pueda pensar en ti más de lo debido has de permitirme soñar contigo.
Para permitirme soñar contigo has de tener un punto el que pueda raptarte.
Para que pueda raptarte he de querer tu amor para siempre.
Para querer tu amor para siempre he de saber que tú querrás el mío.
Para que tú quieras mi amor...

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El gatuperio de finalidad

domingo, 8 de marzo de 2009

Hai de la vida

Pasa el tiempo.
Llueve sobre mojado,
yo ya he muerto.

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El gatuperio prohaijin

sábado, 28 de febrero de 2009

Las mujeres que no me gustan

Se me descubre una gran verdad: no me gustan las mujeres a las que gusto. No soy fan de ellas ni encuentro mucho aliciente en explorarlas.

¿Qué me sucede entonces? ¿Me gustan las mujeres a las que no gusto? ¿Me gustan las mujeres que no degusto? ¿Hay alguna posibilidad de que realmente me guste lo que no puedo conseguir para evitar llegar más allá del gusto? ¿Qué hay más allá del gusto? ¿Es posible volver de allí?

No, no me gustan esas mujeres.

¿Será porque les gusto? ¿Acaso la manera más facil de fintar a este gatuperio es mostrarle gusto e interés ?

Todas estas preguntas, y alguna que otra más que ahora no me viene, masturban mi existencia.

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El gatuperio tercioinquisidor

jueves, 26 de febrero de 2009

Turbión meridional

Su argavieso ha descargado en la llanura de mi sorpresa reproches y reproches de incoherencias y actos de omisión. Lo que no se hizo se ha convertido en un peligroso filo capaz de degollar hasta la más rastrera alimaña.

Pero claro, la sonrisa del pasmo ha dejado de pertener al pasmarote y el pasmarote se ha recuperado del pasmo cuando formulado el quiasmo de blasmo ha tenido un orgasmo al advertir el cleuasmo que implica tal sarcasmo y con entusiasmo se ha sumado a la producción de metaplasmo hasta llegar al propio pleonasmo del espasmo:

Yo te acuso de lo mismo que presumo y carezco de lo mismo que derrochas tú.

Y así, entre tú y yo, con el mismo camicace se ha derrotado y perdido en el mar del cilicio y el flagelo...

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El gatuperio tirabuzón

lunes, 23 de febrero de 2009

Entrampa del pellifino

Tiene la piel tan fina que al través pueden verse sus anhelos de paz, sus esperanzas de futuro y sus intenciones de veterano de mil guerras.

Tiene la piel tan fina que cualquiera diría que lo que le duele no son las jugadas de la vida ni los envites de los amigos, sino la lenta agonía del que se repite incesantemente que jamás debió confiar en sí mismo.

Tiene la piel tan fina que las puntadas que el olvido le dio en la herida todavía le tiran cuando está a punto de abrazarte.

Y entonces aprieta los dientes y entorna los ojos para que el dolor no le impida seguir queriéndote como lo que no eres, sabedor de que es peor la soledad que tu compañía.

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El gatuperio difidente

viernes, 20 de febrero de 2009

Fan

Estoy obligado a formar parte de mi club de fans. No es necesario que lo presida ni que tome parte en sus actividades a mayor gloria de mi gatuperiez. Tampoco quiero, pero me es básico declararme miembro de pleno derecho para poder gozar de coherencia a la hora de ser y actuar.

Otro pensará que bastaría con no unirse a un club contrario en caso de existir, que no es menester una militancia exprofesa y que basta con no ir por allí propugnando gustos.

Pero claro, para eso nos aplicamos el librepensamiento primero hasta más allá del undécimo punto del Manifiesto Futurista...

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El gatuperio hater

martes, 17 de febrero de 2009

al-kuhl

Alcohol en vena. Así, sin más. Una bajada al infierno del deseo: querías más y no podías parar. Más, y más y más y más...

La resaca se presenta brutal a su cita con el recuerdo. Te duele el hígado. Te duele muchísimo el hígado mientras descubres que en tu cuello algunas venas surcan los bajos fondos de tu garganta y que tu corazón se está empeñando en no dejar de acelerar jamás.

Te vas de la cama al sofá. Por el camino te emperras en palpar las paredes del pasillo; no, no te vas a caer, simplemente compruebas que siguen allí. El frío sofá te alivia unos segundos. Te bastan para jurarte que no vas a beber nunca más, ni siquiera agua, mientras tu moribundez empieza a remitir.

Entonces recuerdas todo aquello que no debiste decir.

Al rato todo se conjunta en una arcada de bellísima factura. Ha sido de digna admiración, mesurada en tempo y templada en ejecución. Es justo reconocer que el caudal podría haber sido más, pero ciertamente los tropezones tenían el tamaño preciso para no impedirlo y dar al conjunto del regúrgito la uniformidad necesaria para el ceremonial...

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El gatuperio alifático

lunes, 9 de febrero de 2009

Librepensamiento segundo

Todos son libres de hablar, pero en caso de hacerlo, nadie es libre de no escuchar. En todo caso valdría no prestar la atención necesaria como para darse cuenta de lo que se escuche.

Cabe la posibilidad de que quien hable no diga la verdad, o mienta, o acumule levedades; pero en tales casos, quien escuche, si realmente escuchare, podría no sentirlo como mentira o entenderlo como dogma, incluso no llegar a juzgarlo conveniente o tan sólo pensarlo un instante.

En ese último caso es preceptiva la consideración del librepensamiento primero.

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El gatuperio pro legislatrix

viernes, 6 de febrero de 2009

Librepensamiento primero

Nadie es libre de pensar. Todos debemos hacerlo. A lo mejor la gracia está en vivir de manera mecánica; si es así debería ir pensando en interiorizar más mi vida y aprendérmela bien de memoria, afinar sus engranajes y engrasar bien todos los rodamientos...

Y apretar los dientes, apretarlos bien para que nada se salga de madre cuando me dé cuenta de que al optar por despreocuparme te habré perdido toda preocupación...

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El gatuperio displazado

sábado, 31 de enero de 2009

Tres opiniones

¿Qué buscas bajo mis sábanas? Sabes que no hay nada que no te haya dado todavía, pero aun así, lo quieres todo.

Uno podría pensar que lo haces porque tienes miedo de que no te quiera dar ya nada; pero otro objetaría que entonces sería más sencillo no dejar que llegaras ni a la habitación.

Un tercero es partidario de dejarte recorrer todos los caminos para que seas capaz de decidir por cuáles puedes pasar y por cuáles no, en qué ventas hay gigantes y en qué ventas, odres, y tras qué curvas es mejor apretar el paso para que la luz del anochecer no te tinte la sombra de tristeza...

Al final este gatuperio está convencido de que los tres encontrarán su camino vayan por donde vayan.

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El gatuperio liberal

martes, 27 de enero de 2009

Tres flemas

Flema CCCVXIII

Tus derivas se resumen en ponerle nombre a las cosas, colorear los sentimientos, mirar hacia el oeste, correr tras el arco iris y soplar a barlovento. Y en ninguna ocasión dejo de aviarte, cada vez dispones de buena mar en mis caladeros y faenas tranquila. Pero que duermas el sueño de la razón y me produzcas no implica que siempre esté dispuesto a abrazarte.

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Flema CCCVXII

Esta red que nos atrapó está entretejida de dias y noches y se agranda y aumenta con la memoria. Cada cosa que recuerdas se anuda a las anteriores y forma nuevos nudos de referencia de los que no es posible saber el camino correcto. A veces, por un puro azar afortunado, tomas vías que te alejan de ellos y caes en los agujeros del olvido.

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Flema CCCVXI

Me parece que sueñas cuando entre tus dedos llora el viento porque se le atasca la cola entre los dientes y cree que le vas a morder. No despiertas, no despiertas y el viento llora porque no le dejas ir; aunque no sea nada, es libre, y no quiere pudrirse junto a ti. Sueñas, pero las pesadillas son mías.

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El gatuperio expectorante

martes, 20 de enero de 2009

Saber

Sé lo que sé porque cuando lo sé, lo sé. Y sé lo que no sé porque cuando no lo sé, también lo sé. Así que lo sé todo porque en cualquier caso lo sé.

A modo de ejemplo puedo afirmar que sé que ya tengo cavado el hoyo de mi memoria, y que en él se puede prever una hornacina para la ceniza de tu compañía, aunque sea una decisión que no hayas tomado todavía.

De la misma manera, puedo afirmar que no sé en qué momento me honrarás con tu presencia bajo la sábana de la pasión, ni si llegarás a hacerlo jamás. Y sé que eso me carcome, me pudre y me descarna hasta dejarme en el puro hueso de la palabra deseo.

Y ahora me doy cuenta de que también sé que saberlo todo mata tanto como no saber nada.

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El gatuperio vocinglero

sábado, 17 de enero de 2009

Éloquehai

No quiero aceptar que puedo aceptar lo que quiero. En eso tienes razón cuando te preguntas si es complicado ser como soy.

Más allá de cualquier otra reflexión seguro que se está mejor, y que las noches son luminosas, pródigas en canallas, risas y licores, alargándose hasta maitines enroscadas en conversaciones metafísicas.

Y seguro que en ellas tendría mi espacio acotado fácilmente, porque sé que tengo en la palabra y en el trato un arsenal infinito con el que puedo ganar cualquier guerra.

Sí, seguro. Pero mi natural irresoluto titubea y me tutea el destino...

Y claro, no hay quien se decida.

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El gatuperio gangante

martes, 13 de enero de 2009

Compañeros de viaje

Este gatuperio suele coger el autobús para volver a casa y se entretiene pensando en si Dios puede ser uno de sus compañeros de trayecto.

A días cree saber que no es ninguno de ellos, pero a veces sabe que se sienta allí, unos asientos por delante. Y nunca es igual. Puede ser cualquiera...

Y el gatuperio sabe que es él porque en un momento dado cruzan la mirada y en sus ojos puede ver que toda su angustia es finita y que su desazón finalizará suavemente como una playa...

Y entonces se olvida de bajar en su parada y agota las estaciones del trayecto pensando en cómo será un chapuzón allí.

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El gatuperio oscitante

domingo, 11 de enero de 2009

Aditamento, adverbio y cuestiones conexas

Funcionemos estructurando...

Aditamento
No considero que tenga aditamento. Y, si lo tuviera, su elisión no modificaría mi sustancia de contenido. Cumpliría con la premisa de movilidad e incluso podría desempeñarse como circunstante de oración y no sucedería nada. Posiblemente todo esto sea debido a fenómenos paralelos a la tematización.

Adverbio
El deseo es adverbial, cuando deja de ser deseo es ya obra, por eso mejor desear que obrar. Otra cosa es la presentabilidad o impresentabilidad del deseo, la propiedad del adverbio que se define así: el modo por el que se apuesta cuando se mantiene una relación sin estar sometido a perturbaciones externas. Yo siempre fui un perturbado, ¿a qué extrañarse si consecuentemente soy también un impresentable?

Cuestiones conexas
Pues sepa vuesa merced que la cuestión fundamental es que a mí me dio por escribir tonterías en el cuaderno de bitácora de un velero que no se hizo nunca a la mar. Las otras, las conexas, derivan todas de llorar fingiendo ser otro.

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El gatuperio sin suplemento

martes, 6 de enero de 2009

No me habéis dejado nada

Porque os lo pedí todo.

Y es que todo lo que os pedí, para vosotros no era nada, pero a lo mejor considerasteis que para mí era demasiado. Otro podría creer que si no era mucho era más bien poco, y que al menos algo os deberíais haber estirado...

En fin, puesto que al menos no me habéis quitado nada, porque por otra parte tampoco tengo nada, quiero que sepáis que yo sí os lo brindo todo. Y que os agradezco el desvelo.

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El gatuperio ilusionado

viernes, 2 de enero de 2009

De la creación

La creación, entendida como acto creativo puro y lo que produce, no es un estado consciente del gatuperio, es un padecer transitorio de no más secuela que su propia acción. Pero qué secuela.

Me explico; últimamente, crear ya no conlleva la resaca de la mañana de alcoholes ni el sueño del anochecer en la obra, porque incluso en estos extremos hay diferencia entre lo hecho y su repercusión posterior y la propia consecuencia del hacer (ponga usted la coma donde le venga en gana). Ahora crear no es un hacer ni un obrar, es algo tangible y demostrable en la medida en que es, y aunque sí puede decirse que el acto en sí puede tener un desencadenante, cabe no olvidar que puede ser lo mismo que para una mecha un fósforo.

Del crear hay que desgajar la creación: la creación no es un estado propicio a crear, crear es una acción propicia a un estado de creación, por ello mismo no se da la creación sin el crear, y por ello no hay una secuela secuenciable, que pueda constituirse de suyo en narrativa, sin filiaciones. Así pues, es posible la inducción de un pensamiento en el que se aplique a la creación la definición propia de un estado desdoblado del ser creador, en el cual la relación doble y bilateral entre estado normal y estado creador venga dada no por la realidad de un cierto desdoblamiento, sino por la relación entre conciencia normal y sustancia creada (entendiendo por sustancia el producto del estado creador) .

En el momento en que uno ya puede colocarse frente al gatuperio y se observa en plena creación, puede afirmar que ha accedido al estado necesario para crear y que se dé la creación, y entonces también puede observar cómo es un estado que produce adicción per se, entendida cómo estado de abstinencia entre creación y creación, y, sí, es cierto que se puede dar en mayor medida de lo previsto. Podemos entender esto último si consideramos que la creación obedece, se motiva y responde a una necesidad de expresión del espíritu que no halla en cauces habituales un lugar en el que plenamente realizarse.

Y por ello robo, y muto y canibalizo. Perdonen entonces la falta de originalidad de algunos de mis últimos escritos y pasen a considerarlos como la dosis desesperada del yonqui...

O no la perdonen. A mí, realmente me da igual.

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El gatuperio cabalgante

jueves, 1 de enero de 2009

El espejo del comedor

Esta mañana el espejo del comedor no me ha devuelto mi reflejo, se ha reído de mí y me ha enseñado cómo fue mi velatorio. Al verme vestido negro me he extrañado, luego me he dado cuenta de que me acompañaban mi esposa y mis hijos.

Curioso para un abandonado como yo: ella se fue y a ellos no se les preguntó si querían ser nacidos. De hecho hasta dudo de si a ella se le preguntó si quería ser desposada. A lo mejor se lo preguntó ella y aún anda buscando la respuesta. Llora como no lloró el día que se fue. Mis hijos me susurran al oído por qué no fueron nacidos y yo sólo puedo pensar que se lo pregunten a su madre. Alguien ha abierto una botella de coñac y corre de mano en mano. Los hay que beben a la salud del muerto, los hay que beben a su salud y los hay que ni siquiera beben porque les basta con mojarse los labios...

Y todo ha durado nada y en un momento me vuelvo a ver: camisa, corbata, americana. Con la misma mirada estúpida de cada día tras la misma coraza engreída de los que nos creemos superiores sin serlo.

Uno no puede vivir siempre de espaldas a la realidad que se ha creado, por mucho que quiera que sea la que los demás perciban. Uno no puede huir siempre porque no se puede huir de uno mismo. Uno no puede siempre querer ser siempre lo que quiere ser porque una mañana cualquiera se mirará al espejo del comedor y este le recordará que no es más que lo que es...

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El gatuperio desazogado