—Entonces, ¿qué sentido tiene sopesar las cosas si no nos podemos guiar por su valor frente a otras?
—Mucho, uno debe valorar lo que tiene por lo que es y no por lo que le pesa...
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El gatuperio almotacén
En el diccionario está todo lo que debes saber. Si no llegas más allá, mejor no sigas leyendo... (Y ojo, en el diccionario tampoco estará lo que te falta...)
Desde su campanario, con la precisión del que no tiene corazón, habla inexorable palabras cortas y profundas que describen un tiempo que no va a volver y que no hemos vivido lo suficiente.
Esta tarde angosta, de sol pegajoso y aire esquivo no va a tener más piedad que otras tardes, ni menos...
Algunos atardeceres, de puro rojo, casi me convencen de que las toca un demonio con cuerpo de sacristán...
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El gatuperio impaciente
Pero así como tenías una arena blanca y fina, no era tuya. Y a años hubo más, y menos. Y esa orilla cuajada de ojos de santa Lucía avanzaba y retrocedía a la medida de los caprichos del invierno.
Siempre fuiste la playa en la que les crecían las piernas a las sirenas y los cangrejos ermitaños podían dejar los zapatos a la puerta de sus caparazones cuando se retiraban a dormir..
Por eso, ahora que paseo por aquí se me clavan algas secas cada vez que recuerdo que sigo solo...
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El gatuperio paguroideo
Distinguido señor Gatuperio,
Tras haber leído muchos de sus escritos, deseo complacerle haciéndolo sabedor de un hecho particular. Anteayer, mientras conversaba tranquilamente con quien tal vez no debiera, enuncié esta teoría:
La vida pone a todos y cada uno en su lugar. Tarde o temprano cada persona encuentra el final de su camino. Puede ser que alguna llegue a dar muchas vueltas, pero tan cierto es que llegará a su sitio como que algunos tomaron una línea recta que no abandonaron. Y si alguno llega a algún sitio y no es el que nos parece que le corresponde, es porque estamos equivocados y no hemos tenido en consideración de manera correcta la circunstancia que nos pone en relación con esa persona.
Durante el silencio que poscedió me di cuenta de que había hablado como lo hubiera hecho el verdadero Gatuperio Ataráxico.
Con estas letras espero simplemente hacerle llegar mi halago con una venia genuflexa en prueba de mi devoción.
Yo te acuso de lo mismo que presumo y carezco de lo mismo que derrochas tú.