Esta es la campana que mata mis tardes de agosto.
Desde su campanario, con la precisión del que no tiene corazón, habla inexorable palabras cortas y profundas que describen un tiempo que no va a volver y que no hemos vivido lo suficiente.
Esta tarde angosta, de sol pegajoso y aire esquivo no va a tener más piedad que otras tardes, ni menos...
Algunos atardeceres, de puro rojo, casi me convencen de que las toca un demonio con cuerpo de sacristán...
- - -
El gatuperio impaciente
No hay comentarios:
Publicar un comentario