Tiene caminos de manzana por los que perderse una y otra vez, renuentes legendarios a cualquier cartografía.
Tiene patios con fuentes y canales y losas de mármol de fría luna, llenos del rumor de acequias lejanas en los que se bañan leones de piedra que, lentos pero inapelables, despedazan y desgarran cualquier atisbo de impaciencia.
Tiene puertas dulces que se abren con la yema de los dedos y que guardan desahogos secretos y placeres solitarios, flanqueadas por eunucos celosos del filo de sus alfanjes y cimitarras y del aroma a rosas del pubis que despide su soledad.
Tiene la sonrisa plagada de estrellas y cometas, y sonríe cuando consigo cerrarle los ojos con el beso de mi ansiedad. Sonríe tanto, tanto...
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El gatuperio fátimo
Tiene patios con fuentes y canales y losas de mármol de fría luna, llenos del rumor de acequias lejanas en los que se bañan leones de piedra que, lentos pero inapelables, despedazan y desgarran cualquier atisbo de impaciencia.
Tiene puertas dulces que se abren con la yema de los dedos y que guardan desahogos secretos y placeres solitarios, flanqueadas por eunucos celosos del filo de sus alfanjes y cimitarras y del aroma a rosas del pubis que despide su soledad.
Tiene la sonrisa plagada de estrellas y cometas, y sonríe cuando consigo cerrarle los ojos con el beso de mi ansiedad. Sonríe tanto, tanto...
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El gatuperio fátimo
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