En la playa, bajo una concha encontré la boca de una botella enterrada, cerrada con un tapón de corcho. La desenterré, le sacudí la arena y la limpié cuidadosamente. Cuando miré al trasluz pude observar como en su interior se acartonaba un papel. Abrí la botella, lo saqué, y ahíto de emoción contemplé largamente unos dibujos que había, maravillosamente finos y seguros de trazo. Casi al final, leí estas palabras: «En la playa, bajo una concha encontré la boca de una botella enterrada...»
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El gatuperio a cinco voces
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El gatuperio a cinco voces
Tal vez esos dibujos eran las líneas isófenas que conectan tus ojos con los míos, tus dedos con mis dedos, al otro lado de la pantalla y el teclado. Y más cosas.
ResponderEliminarNunca nunca había leído algo tan bonito para mi. Gracias. GRACIAS....
La segunda voz, con su timbre desafinado por armónicos ataráxicos