martes, 22 de septiembre de 2009

Inicio del final

El gatuperio se plantea muy seriamente su existencia. Nació para una finalidad muy concreta y exacta: decir las cosas que no decía a nadie. Y que nadie se diera por enterado.

Y empezó a decir. Al principio no fue leído más que por él mismo. Hubo algún que otro devaneo y aprendió una lección muy importante: quiérete a ti mismo. Luego pudo ser su momento, pero no se quería demasiado y sucedió que huyó de su propia sombra. Y nadie le hacía caso. Estuvo mucho tiempo hasta que consiguió hacerse caso.

Ahora resulta que nadie quiere dejar de ser nadie y todas quieren ser alguien, pero ya hay alguien que es alguien y ese sitio no está en liza. Y ese alguien no era nadie porque en ese momento ya era alguien.

Entonces este gatuperio ya no necesita decirle nada a nadie, necesita decirle todo a alguien. Y eso es difícil hablando un idioma harto de rencor, rabia y mala entraña.

Muy difícil...

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El estertor del gatuperio

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