jueves, 3 de septiembre de 2009

Ultrantier

Ultrantier, a traición, me preguntaste si yo era el gatuperio, y yo te contesté que sí. Te pregunté quién eras y no contestaste «una más».

Nos tomamos otra cerveza, hablamos de la mentira del nombre y a la mitad me dijiste que te ibas con tus amigas al local de enfrente. Me invitaste a seguirte.

Mientras me acababa las dos cervezas, decidí hacerte caso y te seguí para saber si las manzanas de tus caminos eran tan dulces como parecían. Te dejaste abrazar mientras despachabas a tu guardia personal, que no dejó de mirarme con ojos de lobo...

Probé el licor de tu copa y te susurré que del vaso de tus labios me embriagaría más. Sonreiste experta y seguiste bebiendo. Yo hice lo mismo hasta vaciarme los bolsillos. Tras las banalidades de la conversación se iba forjando un deseo salido del fondo de las entrañas...

Entonces me miraste y me dijiste que te ibas a la discoteca de al lado, y me invitaste a bailar con los labios y a bailarte con la mirada.

Te fuiste, pero te cogí de la mano y te obligué a volver. Te besé en un silencio que solo pude sentir yo y luego te solté. Y tú supiste que no te perseguiría aunque luego te persiguiera.

Me fui a casa pisando la calle y maldiciendo mi buena suerte...

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El gatuperio noctis

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