Está muy bien que de cuando en cuando uno recuerde a otro dónde están los límites de la amistad y hasta qué punto pueden gredirse. Pero no está bien aprovechar la confianza para que uno le clave a otro un puñal y así repintar con sangre esa marca.
—No te clavé un puñal...
—Cierto, me clavaste un pincel.
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El gatuperio marqués
—No te clavé un puñal...
—Cierto, me clavaste un pincel.
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El gatuperio marqués
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