Diálogo telefónico. Ella está ante el escaparate de una zapatería, mientras las bocas de metro escupen humanoides y enjambres furiosos taladran monedas. Él no se ha movido de su sofá tragicómico en cuatro días.
—Ya sé lo que haremos, nos querremos un día sí y otro no. Hoy toca no quererse.
—Vale, mañana pues.
—No, mañana no.
—¿Por qué? Has dicho «un día sí y otro no». Si hoy no toca, mañana sí.
—Olvidas que mañana será «otro» día, y que he dicho que «otro no».
—Entonces, ¿cuándo? Tengo tantas ganas de quererte...
—Lo dicho, «un día».
—¿Cuál? ¿Qué día?
—¿Cuál? ¿Qué día?
—¿Ayer? Ayer fue «un día».
—Pero ya pasó.
—Pero no deja de ser «un día»...
—Tú no me quieres...
—Sí, sí te quiero. Y parasiempre.
—Pues cambiemos: dos días sí y un día no; y así...
—Vale. ¿Hoy toca «no»?
—Visto lo estúpido de tu comportamiento, de acuerdo. Mañana nos querremos.
—No, mañana será hoy...
—Entonces querámonos hoy, que mañana hoy será ayer.
—De acuerdo, esperaremos a mañana...
—No, entonces no nos querremos nunca. Siempre será hoy, y hoy no tocará jamás.
—Oye, si empiezas a jugar con los adverbios te besaré y romperé el acuerdo...
—Bueno, pues querámonos siempre todavía.
—Oye, que aunque hoy no toque, yo todavía te quiero...
—Pues ven un momento, antes de ir a cualquier lugar, a que te dé un solo beso...
—Un momento, ¿cuándo es «todavía»?
—Ahora, hoy. Siempre es todavía...
* * *
¿Quién es él?
¿Quién es ella?
¿Qué dice cada uno?
- - -
El gatuperio lógico...
No hay comentarios:
Publicar un comentario