jueves, 28 de febrero de 2008

Sonrisas

¿Quién es quién cuando nadie quiere ser nada?

Un clavo saca otro clavo, pero la caja se cierra contigo, conmigo, dentro. Todo yo y parte de ti (todo tú y parte mía), condenados a la eternidad.

Sabía que me querías, pero no de solemnidad.

¿Te imaginas? ...Enterrados bocabajo sin saberlo. En vez de contemplar luna, cielo y estrellas, columbraríamos el mismísimo infierno...

¡Eso es atalayar el lugar en el que se vive creyendo ver el paraíso eterno!

La vida tiene sonrisas de las que es imposible sustraerse. A lo mejor son paladas de tierra sobre el llanto de una niña malcriada...

- - -

El gatuperio prefanerozoico

miércoles, 27 de febrero de 2008

Arrepentimiento

Sé que el arrepentimiento no consiste en renunciar, consiste en abandonar.

Sé que «arrepentirse» es además un verbo púramente pronominal. Uno no puede arrepentirse más que de sus propios actos, palabras o pensamientos. No es posible arrepentir a otro de lo que pueda haber hecho, dicho o pensado; eso es absolver.

Y yo, que ya no soy yo ni me reconozco ahora, ¿puedo arrepentirme? ¿Puedo absolverme?

¿Y qué hago con la angustia? ¿De qué voy a alimentar este gusano que me mantiene y me informa?

¿Y qué hago con el tedio de existir? ¿Puedo pintarlo de tristeza?

¿El refugio de la coherencia se derrumba cuando uno se arrepiente?

Y si lo hago, ¿volverá a anidar alguien en mí?

Y, a la pregunta, cualquier marcaje temporal procede y excede a un tiempo, porque sucede que quien accede a absolverme no retrocede ante mi culpa, ni se arrepiente de ser quien intercede entre este «yo» que se sobrexcede y el que le antecede, es realmente quien me concede el crédito que le precede para que yo entienda de una vez que mi vida cede...

- - -

El gatuperio obnoxio

martes, 26 de febrero de 2008

De extranjeros y patrias

Podría decir que no y sería que sí. Y no pasaría nada.

Podría decir directamente que sí, y seguiría sin pasar nada.

Podría ir negándomelo por calles y esquinas, y nada...

Pero todo eso sería equivalente a decir que ya lo tengo claro, y que cuando llegue el momento y me hagan la pregunta podré contestarla sin titubear, y podré responder con la intención necesaria y precisa para que ninguna de mis huestes dude y recule o se envalentone y se precipite.

Pero no es así. Mis filas están repletas de disensiones y alguno de mis flancos ha perdido la verticalidad en su intento de afianzar la posición.

Y para colmo esta es una batalla que no vamos a librar porque aunque mis generales puedan mirar a los ojos de los suyos y entrechocarse, al final siempre miro al oeste y me pregunto qué estoy haciendo aquí y qué me está pasando ahora...

A lo mejor, además de serme sincero es el momento de vaciarme los bolsillos de azufaifos de loto.

- - -

El gatuperio errático

Ella saliendo del coche

Desde la calle, ya parados, un morro para los dos, un volante para mí y un bolso en el que buscar las llaves para ella.

Me giro a la derecha y, mientras me sonríe satisfecha y le respondo, sus ojos acuerdan con sus labios insinuarme un beso.

No hacen falta palabras, de su asiento al mío no media más distancia que la que salve una leve inclinación mutua que permita besarnos.

Vuelve a sonreir, vuelvo a mirar hacia delante. Un segundo más y me parece que volvemos a sonreir estúpidamente justo antes de que ella abra la puerta.

Entonces, elástica e inminente vuelve a insinuarme un beso. Ella sigue tan lejana como cercana.

Cierro los ojos y me inclino, y en el momento en que nos vamos a besar, rozándonos, cuando ya casi saboreo el melocotón de sus labios, se retira sin dejar de sonreir mientras noto como me voy hundiendo más y más en el aroma de su gesto...

Abre la puerta y se despide mientras la contemplo victoriosa y arrogante; sorprendido la veo desaparecer gallarda en su portal.

Arranco y me voy, con el rabo entre las piernas, cuando acierto a comprender que no ha querido hacer sangre ni prisioneros. Por mucho que los desee, y puedan llegarme, sólo habrá más besos si ella quiere.

Me alejo pensando en si estoy preparado para que me perdonen la vida así mientras me convenzo de estar dándole más vueltas a esta escaramuza que ella.

Su guante de seda es invencible.

- - -

El gatuperio manumiso

domingo, 24 de febrero de 2008

Tres veces te he negado...

...y ahora que suena tu música me dispongo a dibujar mapas lógicos.

No me basta que me apeteciera, he de saber por qué, pero no puedo encontrarle explicación...

Posiblemente no por el cuarto respeto que te tengo, sino por ese segundo respeto que reclamas. No olvido que me has dejado mirarte; no olvides que te he tenido el miramiento debido.

También quizá por poder seguir teniendo un norte en esta zozobra y que la tormenta no me empuje hacia los arrecifes de tu ricura.

Habrá que empezar a ser sincero, y habrá que empezar a serlo por uno mismo, porque me doy cuenta de que, tal vez, a cada negación le ha seguido un nuevo deseo negado precisamente por lo falsas que eran...

Por eso, en este ahora de murallas titilantes, no te niego e incluso te me deseo el séptimo respeto.

Y esto último, a lo mejor sí, sólo porque me apetece, sin más...

- - -

El gatuperio sincérrimo

sábado, 23 de febrero de 2008

«Sabías cuánto te quería»

Sí, son dos imperfectos de indicativo.

Expresan que en un momento dado algo sucedía, pero no cuándo dejó de suceder.

Metámosle mano. Otra opción: «tú sabes cuánto te quería».

Ahora tenemos un presente de indicativo, lo que sucede ahora, y un imperfecto, lo que fue, y este imperfecto sigue sin implicar que ahora no te quiera o haya dejado de quererte.

Me encantaría poder escribir esa frase con un subjuntivo, para poder dejar claro, alejado de toda objetividad, lo que siento, pero sólo puedo hacerlo con un tiempo: el pluscuamperfecto de subjuntivo:

*Tú sabes cuánto te hubiera querido.

Y sabes por qué.

Ya sé que hay otras opciones, pero tu solo pensamiento las ensucia.

- - -

El gatuperio gramatical.


Refutación del «si... nunca...»

>Si nunca rompes un racimo de uva en el lagar,
>Nunca tendrás un vaso de vino sobre tu mesa.

No rompas la cáscara del huevo,
siempre podrás zurcir algún que otro calcetín.

>Si nunca te arriesgas a perder,
>Nunca te das la oportunidad de ganar.

No juegues si no ganas,
siempre te asegurarás algún éxito.

>Si nunca afrontas la pena de partir,
>Nunca conocerás la alegría del regreso.

No partas,
siempre recibirás a los pocos fracasados.

>Si nunca sufres muriéndote en la siembra,
>Nunca te gozarás renacido en la cosecha.

No sufras en la siembra,
siempre puedes suicidarte.

>Si nunca te dueles bajo el peso de tu culpa,
>Nunca saborearás el alivio del perdón.

No te arrepientas,
siempre pesa menos la culpa que el perdón que no llega.

>Si nunca mueles los granos de tu trigo,
>Nunca conocerás el sabor del pan.

No avientes el grano,
siempre se lo llevará el viento.

>Si nunca afrontas el miedo de dejar de ser como eres,
>Nunca descubrirás la alegría de ser como puedes ser.

No afrontes ningún miedo,
siempre serás un cagón.

>Si nunca estás dispuesto a dejar todo lo que tienes,
>Nunca sentirás que lo tienes libremente.

No apartes el ojo de lo que es y no es tuyo,
siempre estarás vigilado.

>Si nunca estás dispuesto a morir por una causa,
>Nunca sabrás para qué vives.

No te dispongas a morir,
siempre te podrás llevar la sorpresa a ninguna parte.

>Si nunca encaras tu pena y dejas de reír para llorar,
>Nunca conocerás la dicha del que deja de llorar para reír.

No encares ni dejes de reir, ve por detrás,
siempre pillarás a todo el mundo sobre aviso.

>Si nunca te arriesgas a cruzar el río,
>Nunca sabrás lo que te aguarda en la otra orilla...

No cruces ningún río,
y siempre te quedarás en mi orilla...

- - -

>René Trossero

El gatuperio refutable

* * *

¡Coño de refutación!

miércoles, 20 de febrero de 2008

Enseñando mis cartas

Lo escrito es una elaboración artística de lo vivido. Así pues, puedo afirmar que sólo sé jugar a las cartas enseñando mi última mano antes de jugarla. No es por demostrar que no hago trampas, es para que me las hagan.

Lo mismo me sucede en la vida, debo manifestar lo que quiero vivir para dar la oportunidad a quien corresponda de hurtármelo. Y sucede que, las más veces, lo más deseado, múchamente, me lo hurtan... Y hasta hartarse.

Déjenme pues enseñar estas cartas que el destino me ha repartido y hagan lo que les dé la gana...

- - -

El gatuperio intaimado

lunes, 18 de febrero de 2008

De Carroll a Machado rozando a Wilde por no trastabillar a Lorca

Diálogo telefónico. Ella está ante el escaparate de una zapatería, mientras las bocas de metro escupen humanoides y enjambres furiosos taladran monedas. Él no se ha movido de su sofá tragicómico en cuatro días.

—Ya sé lo que haremos, nos querremos un día sí y otro no. Hoy toca no quererse.
—Vale, mañana pues.
—No, mañana no.
—¿Por qué? Has dicho «un día sí y otro no». Si hoy no toca, mañana sí.
—Olvidas que mañana será «otro» día, y que he dicho que «otro no».
—Entonces, ¿cuándo? Tengo tantas ganas de quererte...
—Lo dicho, «un día».
—¿Cuál? ¿Qué día?
—¿Ayer? Ayer fue «un día».
—Pero ya pasó.
—Pero no deja de ser «un día»...
—Tú no me quieres...
—Sí, sí te quiero. Y parasiempre.
—Pues cambiemos: dos días sí y un día no; y así...
—Vale. ¿Hoy toca «no»?
—Visto lo estúpido de tu comportamiento, de acuerdo. Mañana nos querremos.
—No, mañana será hoy...
—Entonces querámonos hoy, que mañana hoy será ayer.
—De acuerdo, esperaremos a mañana...
—No, entonces no nos querremos nunca. Siempre será hoy, y hoy no tocará jamás.
—Oye, si empiezas a jugar con los adverbios te besaré y romperé el acuerdo...
—Bueno, pues querámonos siempre todavía.
—Oye, que aunque hoy no toque, yo todavía te quiero...
—Pues ven un momento, antes de ir a cualquier lugar, a que te dé un solo beso...
—Un momento, ¿cuándo es «todavía»?
—Ahora, hoy. Siempre es todavía...

* * *

¿Quién es él?
¿Quién es ella?
¿Qué dice cada uno?

- - -

El gatuperio lógico...

Un sentimiento de tristeza me invade en este momento

Es como un viento que no sopla, o una nube que no llega a descargar.

Y no quiero mirar al oeste.

Si el sol está saliendo me ahogaré en la penumbra de mi sombra; si se está poniendo, me cegará el alma.

No puedo evitar arrastrar a quien me quiere a esos desastres, en vez de agarrarme y salir a la luz.

Pero es que ahora vivo en ellos, y me apereza abandonar mi hogar... A lo mejor algún rescoldo prende y su fuego me persigue donde quiera que esté...

Cuando los labios saben más a veneno que a miel, y en las yemas de los dedos las espinas florecen sin esperar primavera alguna, los abrazos son esos arrastres, y los besos, la sensación de pertenecer a un lugar equivocado...

Si lo siento así, es lícito querer huir.

Lo que uno hace, al principio puede estar bien, pero al final, no; luego al principio pudo estar mal.

No quiero perder de vista lo que fue, pero tampoco olvidar lo que es...

- - -

El gatuperio lolón...


miércoles, 13 de febrero de 2008

Despienso en ti...

Pienso en mí, interminablemente en mí. No puedes ser una respuesta para mí.

Pienso en mí...

No creo en ti, inagotablemente en ti... Como tú, que desconfiaste de mi saber.

No creo en ti, sólo por ti...

Imaginarme, a tu lado, todo amanecer, me hace rodar mil lágrimas sobre tu ser...

Descreo en ti...

No estoy por ti, desesperadamente por ti, y, hasta hoy, he aguantado sin confesar: no estoy por ti, sólo por ti.

Y despertar, a tu lado, cada amanecer, da que pensar mil veces en tu miel...

No creo en ti.
Descreo en ti.
Sólo por ti...

- - -

El gatuperio rodiniano

* * *

Sí, se lo he robado a estos señores...
Con su permiso, maestros.

lunes, 11 de febrero de 2008

Gracias por pensar en mí

Porque aunque no lo creáis, al principio me aterraba.

Y era ese mismo terror que no me deja dormir desde hace tanto ya... Ese mismo terror que cada noche sólo conjura el beso del azufaifo loto...

Porque está claro que tengo derecho a tener patria después de tener patria. Y nadie puede impedírmelo, por mucho que suene el teléfono, esté o no esté. A lo mejor no contesto porque tengo la boca llena tras la drupa y no puedo hablar más que por lágrimas...

No creáis que estoy mal, démosle la vuelta al odre cuando lo vaciemos y veremos como esto es sólo un proceso y no una meta. Es como estar de viaje, sucede, simplemente, que no sé de su final.

Pero sí sé que esté donde esté, y que sea lo que sea, al volver la vista atrás, tal vez machadianamente, podré rebuscar en mis alforjas todo lo que ahora voy encontrando, y que de algo me servirá.

Poquito a poco, a ratos retrocediendo para coger carrerilla, para descansar o para comer azufaifos abenuces, pero poco a poquito, sin dejar de saber que existe un descansadero definitivo, por intangible que sea, por inimaginable que se me antoje, por incierto que resulte...

Gracias.

- - -

El gatuperio agradecido

domingo, 10 de febrero de 2008

Alguna que otra vez me sorprendo...

pensando que si la bóveda no fuera celeste, podría tener otro color, lógicamente.

¿Pero qué bóveda sería? Porque siendo celeste no es celeste, ni celestial.

Así pues, las cosas son como queremos que sean, pero no todas. Porque algunas son como no queremos que sean, y por mucho que queramos no dejan de ser lo que son ni son lo que queremos que sean porque siguen siendo como son...

Entonces, a ojo de pandador, sucede que las cosas no son lo bastante curvas, y la bóveda, ahíta de estrellas, prosigue aconteciendo.

Ya empiezo a creer que no vale la pena que el lamento llegue hasta los propios oídos, uno podría enterarse de que a lo mejor se queja de cosas que no merecen ser curvas ni son del color con que las pintaría en una postal.

A callar. Hasta convencerme. Siempre.

En el fondo, siempre dibujé peor de cómo lo pinté...

- - -

El gatuperio astrolábico

jueves, 7 de febrero de 2008

Esperar


"esperar" es un verbo que sólo implica al sujeto actor, no afecta al sujeto pasivo.

Por suerte el sujeto pasivo siempre tiene un complemento agente, pero, por mala suerte, en la pasiva refleja el agente se omite intencionadamente.

Y "esperar", usado de manera reflexiva, es impersonal: *se espera a alguien*

Así que ni queriendo...

Sólo me queda pensar que esperando el bien pasa el mal...

Y ya me estoy hartando del esperadero...

- - -

El gatuperio aspado...

miércoles, 6 de febrero de 2008

Cuatro son las dotes de mi cuerpo glorioso

Impasibilidad; exime de padecimiento.
Agilidad; faculta para trasladarse de un lugar a otro instantáneamente.
Sutileza; permite penetrar por medio de otro cuerpo.
Claridad; son la luz y el resplandor que en sí tiene.

Pero mi cuerpo es malaventurado y no pasa ni un segundo sin experimentar necesidades materiales.

A ratos tú eres esa necesidad material. A ratos le quito la afirmación y sobrevienes en estólido deseo...

Mi claridad me impide columbrar nada y mi impasibilidad me impide entender que por muy sutil que sea jamás seré lo bastante ágil como para llegar a ninguna parte...

- - -

El gatuperio dotado...

lunes, 4 de febrero de 2008

Zéjel

No quiero que te vayas, ni que te quedes,
ni que me dejes sola, ni que me lleves...
Quiero tan sólo... pero no quiero nada...
¡Lo quiero todo!

- - -

El gatuperio zejeliano

viernes, 1 de febrero de 2008

Poco a poco

uno se va quitando vendas de las heridas.

Al cabo de unos días ya no se las lame... y otros hasta las muerde...

Si supiera tejer, destejería, pero no hay nadie que pueda pretender. Además, a lo mejor es tan egipcia como la flor del loto...

Hoy toca no dormir.

Tarde pudo ser ayer.

- - -

El gatuperio onomástico...