domingo, 2 de agosto de 2009

Siempre fuiste una playa

Siempre fuiste una playa. Con una orilla entre los pinos y el mar, y olas suaves, y arrullos al norte de poniente.


Pero así como tenías una arena blanca y fina, no era tuya. Y a años hubo más, y menos. Y esa orilla cuajada de ojos de santa Lucía avanzaba y retrocedía a la medida de los caprichos del invierno.

Siempre fuiste la playa en la que les crecían las piernas a las sirenas y los cangrejos ermitaños podían dejar los zapatos a la puerta de sus caparazones cuando se retiraban a dormir..

Por eso, ahora que paseo por aquí se me clavan algas secas cada vez que recuerdo que sigo solo...

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El gatuperio paguroideo

3 comentarios:

  1. Dios!!!!! Cómo atreverme a comentar semejante gatuperio...
    Me lanzaré a la osadía sin más: precioso, sublime, incluso sin la foto la descripción hubiera llegado igual al fondo de mis retinas y mi corazón.
    Si vuelves, guárdame un ojo de Sta. Lucía y un pedacito de alga seca.
    Una peliteñida emocionada.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Maldito gatuperio, sabe demasiado lo que se dice...

    Va y la borra...

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