viernes, 20 de noviembre de 2015

Completación

En su infinita posibilidad, el amor es siempre una historia de completación. Su peripecia y tránsito pueden diferir mucho de su germen y gestación, y en su resolución todos aprecian, por deseable, la perpetuidad, pero no es amor sin la propia necesidad del otro, entendidas «propia» y «necesidad» en sentido pleno e íntegro: egoísta.

Ahí reside parte de la locura de los enamorados, en completarse de forma recíproca sin perderse reflexivamente de vista.

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El gatuperio grana

miércoles, 21 de octubre de 2015

Abanicos


El viaje es largo, no en relación al tiempo o al espacio, sino al ansia. Comenzó ya al sopesar su posibilidad, y todavía no ha terminado. Uno no sabe si otro viaje marcaría un final o se le solaparía. No es que deba acabar, ni que tal se persiga; no afecta, ni obsta... Y como hablamos de dos sobre uno, podríamos hablar de tres sobre dos, cuatro sobre tres... «Ene sobre ene menos uno» que dirían los que suelen atreverse a topografiar el infinito, aunque de puro cuadrado no viajen realmente.

—Yo no viajé.
—Tú contienes mi infinito.

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El gatuperio mabelino

sábado, 17 de octubre de 2015

Patucos

En su periplo, el gatuperio a veces recala en lugares insospechados y, consciente de sus deudas, incluso disfruta en ellos.

Y es justo rendirles homenaje...
—Yo también te quiero.
Pero no como quien venera un tesoro,
que tiene escondido y sólo contempla.
Te quiero como quien aprecia una prenda de ropa y siempre la lleva,
o quien lee siempre el mismo libro o autor,
o quien siempre toma los mismos caminos...
—¿O como a unos patucos?
—Sí, te quiero como a unos patucos.
Te quiero como se necesita aquello que sabes que te hace sentir bien, tranquilo y a gusto contigo mismo.
Y para eso te lo escribo,
para poder volver a ti siempre.
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El gatuperio ñoño

martes, 22 de septiembre de 2015

Preguntas

En toda relación hay preguntas que hacer. Y palabras prohibidas para responder esas preguntas, ya sea bien o mal. Son preguntas que uno debe responderse a sí mismo antes de hacerlas al otro si no quiere que el otro le responda con una verdad que luego sea engaño. Este es un proceso que la edad ajusta, de tal forma que prohibe unas palabras y prepara otras, incluso las pule, para que tengan la medida exacta de lo que quiere decirse, en el momento y la forma en que sea preciso. Todo ello conforma un mecanismo que la experiencia lubrica, para que todo sea como debe ser hasta que deje de ser.

—¿Y mientras?
—Entonces seguirá siendo.

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El gatuperio impetuoso

domingo, 20 de septiembre de 2015

Ahora

Sí, hubo un ahora, precedido de un ya con su «preparados» y «listos» de sofá y peli de tarde lluviosa. Unos días antes cada no iba siendo un poco más y parecía que cada vez que nos veíamos solo podía, ahogado e impaciente de ti, respirar tu aire...

Y al principio fue de abrazos porque demasiado ocupado estaba en evitar que escaparas como para besarte. Luego, besos a chorros, y caricias, y silencios como si no hubiera mañana. Cuando recuperamos el aliento, convinimos en abrir la caja de los adverbios y mezclarlos, concebimos un mientras de lugar y expandimos su límite más allá de hasta, y forjamos un así camaleónico, capaz de cambiar de referencia temporal tras cada conjunción...

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El gatuperio autocensurado

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Allendetonces

Entonces pasó y tras el desde llegamos al mientras, que ahora mismo es ya. Y no parece que nos importe su solución de continuidad, porque es continuo en tanto sus confines no se superen.

—Pero es que mientras no es un lugar.
—Ni tú una ilusión....

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El gratuperio gamático

sábado, 5 de septiembre de 2015

Confort

De un tiempo a esta parte, mi zona de confort se fundía brumosa con el oeste, allí donde lindaba con la tuya, como lo hacen sobre las butacas de los cines los brazos de las parejas que no son pareja... Sí, se iba expandiendo con tu compañía hasta el trayecto hacia tu casa. Luego, solitario, se contraía con la melancolía de la vuelta...

Entonces tu zona de confort no abarcaba mi sofá, ni el roce, las caricias o los besos... Ni su pura ensoñación...

—¿Y tras el entonces, qué hay?
—Por ahora, un mientras...

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El gatuperio todavía

domingo, 16 de agosto de 2015

Funambulismo primero

En eso está uno, en contener el veneno dentro de sí: el miedo a morderse la lengua contra la pura verdad. Sopesar la existencia antes de seguir: ser  o cambiar para acabar igual.

—¿Veneno?
—O apetencia.

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El gatuperio polidipso

lunes, 10 de agosto de 2015

Veinte años

Cuando llevas veinte años teniendo veinte años, en algún momento recibes un telegrama de Félix Grande. Entonces envejeces. Y de golpe. Y lo que te rodea, y tú mismo, resulta absurdo, y tus maneras ya son anticuadas: nadie recita poemas a las veinteañeras ni les propone paseos por la luna a la luz de la orilla... Y lo peor es que no ha sido Félix Grande quien te ha enviado nada, ha sido alguien que a ratos olvida que llevas tanto tiempo en esa antesala que ya no te va a recibir nadie.

Y sonríes, y te exiges simplificar ese polinomio y reducir los términos de edad sumando los coeficientes para centrarte en otras semejanzas más provechosas, no vaya a ser que al final, uno más uno siga sin ser plural...

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El gatuperio añejo

viernes, 31 de julio de 2015

Confianzas

De la amistad sobreviene, casi perenne, la confianza, entendida muchas veces como un límite difuso entre las voluntades colindantes de los que se llaman «amigos» recíprocamente, de tal forma que se establece una zona común en la cual el gobierno es compartido, tolerado y unívoco.

La confianza sobreviene, además, siempre de forma tácita, y pese a ser fruto de un esfuerzo sostenido en el tiempo, se extingue en el instante, de normal por abuso del espacio compartido, tanto por conocimiento como por desconocimiento, caso último este que implica heridas más serias por afectar órganos vitales como el del orgullo propio.

—Ahí, reflexivo, es donde me duele, puesto que afilaste tu cuchillo con mis verdades e inmisericorde me lo clavaste en tus vecindades...

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El gatuperio enmarañado

sábado, 27 de junio de 2015

Ojo

Ahí está, en dejar que le diga coriólico que mañana venga con otro vestido porque no puedo resistirme más al que lleva hoy, mientras me sonríe y me dice que no con un sí solenoide...

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El gatice vortuperio

jueves, 25 de junio de 2015

Mutualidad del gatuperio

Reflexivos, nos resistimos; pero la verdad no deja de ser que lo que yo quiera de ti no lo voy a tener pese a que lo que tú esperes de mí no te lo quiera dar.

—Eso ya lo sé.
—Yo, ya, también...

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El gatuperio refracto

miércoles, 10 de junio de 2015

Cobardía cuarta

Cada vez que habláis, el gatuperio asiste extasiado a cómo te atusas y se abandona al vértigo de tirabuzones y rizos de tus dedos... Apocado, se dice una y otra vez que cuando te muerdas los labios será la señal...

Cada vez que habláis en eso está, en esperar lo que no se espera hasta que se desespera y se va. Luego, ya lejos, cabalgando la memoria del encuentro, se engaña pensando que prefiere un buen recuerdo a un mal trance...

—A lo mejor no iba a ser tan malo.
—Cierto. Tacha «malo».

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El gaturde cobaperio

lunes, 1 de junio de 2015

Ricio

Yo ya sé que tienes dos formas de decirme que no. Una es sencilla y agradable, y lo único que implica es el tiempo que esté dispuesto a esperar a darme cuenta de que ya era no antes incluso de acontecer.

Otra es simple, sin acompañamiento, pompa o justificación: no.  Es suave, un baile entre miés y junio que difiere, dilata, pospone... Y camela.

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El gatuperio yunto

domingo, 19 de abril de 2015

Dos mil seiscientos cuarenta y ocho

Llega un día en el que uno se da cuenta de que todo lo que ha ido escribiendo son las piezas de una verdad que ya debería haber sido construida y que no llegará a tener lista jamás porque se demora demasiado en los detalles y deja la estructura para nunca...

—¿Así? ¿Sin respirar?
—Sí.

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El gatuperio anaerobio

lunes, 13 de abril de 2015

Dogma del capricho

Amén de declararse melibeo, cuando uno tiene un capricho debe dejarse de axiomas y paradigmas, empezar a defender a las sirenas y luchar consigo mismo... Porque encapricharse tiene sus dogmas, como que cada uno siente que el único aire posible proviene del otro o que algún adverbio es tan intenso como un remolino...

—No fue una fe, fue un amor. La afasia de Maverick apenelopa...
—No, no fue un amor, fue un capricho. Aunque no sepamos de quién...

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El gatuperio desazonado

miércoles, 25 de marzo de 2015

Esperaderos

Primaveral, marzo marcea. Todavía no han cambiado la hora. Es una tarde aguada como un último sorbo de licor de sobremesa.

—A veces unas cosas llevan a otras, pero ninguna me lleva a ti —sin respuesta, sigues—. Y En esa frase cabe tanto un nunca como un siempre.

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El gatuperio lapidario

miércoles, 11 de marzo de 2015

Hastitodo

Pues sí, pretende el gatuperio mostrar qué hay más allá de la palabra, de su significado, sentido o de cualquier otra cosa que le sea contenida. De ahí que la palabra deba dejar de ser palabra y, de forma individual o en conjunto, devenga en paraje o, hastitodo, posada.

En eso está, y por mucho que le repita al espejo que poca leva hará, él se sabe convencido...

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El gatuperio metalingüe

miércoles, 4 de febrero de 2015

Longitudes

Nos cruzamos. Nos conocemos. Porque no le tocó otra en el reparto, me sorprende que no sonría...

—¿Por qué llevas esa cara tan larga?
—¿Yo? Por nada.
—¿Y nada merece que lleves esa cara tan larga?
—No, realmente nada merece que lleve esta cara tan larga.
—Sí, nada lo merece.
 —A ver, lentamente que no entiendo nada.
—Por eso...

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El gatuperio cruel

sábado, 31 de enero de 2015

Mañana

Ahora mismo la existencia es miserable. Sólo cuenta llegar a mañana, pero ya no es importante desearlo, basta con llegar, sea como sea.

Da igual despertarse medio tapado por la colcha, casi con los zapatos puestos y el fregadero apestado de latas, con colillas hasta en la garganta.

Da igual despertarse.

A lo mejor ni tan siquiera es necesario.

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El gatuperio áspero