Cada vez que habláis, el gatuperio asiste extasiado a cómo te atusas y se abandona al vértigo de tirabuzones y rizos de tus dedos... Apocado, se dice una y otra vez que cuando te muerdas los labios será la señal...
Cada vez que habláis en eso está, en esperar lo que no se espera hasta que se desespera y se va. Luego, ya lejos, cabalgando la memoria del encuentro, se engaña pensando que prefiere un buen recuerdo a un mal trance...
—A lo mejor no iba a ser tan malo.
—Cierto. Tacha «malo».
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El gaturde cobaperio
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