sábado, 5 de septiembre de 2015

Confort

De un tiempo a esta parte, mi zona de confort se fundía brumosa con el oeste, allí donde lindaba con la tuya, como lo hacen sobre las butacas de los cines los brazos de las parejas que no son pareja... Sí, se iba expandiendo con tu compañía hasta el trayecto hacia tu casa. Luego, solitario, se contraía con la melancolía de la vuelta...

Entonces tu zona de confort no abarcaba mi sofá, ni el roce, las caricias o los besos... Ni su pura ensoñación...

—¿Y tras el entonces, qué hay?
—Por ahora, un mientras...

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El gatuperio todavía

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