En su periplo, el gatuperio a veces recala en lugares insospechados y, consciente de sus deudas, incluso disfruta en ellos.
Y es justo rendirles homenaje...
—Yo también te quiero.- - -
Pero no como quien venera un tesoro,
que tiene escondido y sólo contempla.
Te quiero como quien aprecia una prenda de ropa y siempre la lleva,
o quien lee siempre el mismo libro o autor,
o quien siempre toma los mismos caminos...
—¿O como a unos patucos?
—Sí, te quiero como a unos patucos.
Te quiero como se necesita aquello que sabes que te hace sentir bien, tranquilo y a gusto contigo mismo.
Y para eso te lo escribo,
para poder volver a ti siempre.
El gatuperio ñoño
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