miércoles, 13 de agosto de 2008

Trece


En él reside todo el quid de la cuestión.

El juego no es ya honrar la palabra dada sino cabalgarla manteniéndose en todo momento en los propios...

Porque cuando son los trece de otros, no suman veintiséis con los nuestros.

Porque cuando son los trece que compartimos con otros, no tenemos ni seis y medio.

Porque cuando los vemos a la luz del día ya es la una de la tarde, y a la luz de la noche, ya es mañana...

Pero aún así, abandonarlos no los desposeerá de su banco entre el doce y el catorce, y sí permitirá reintegrarlos en la retahíla del rosario para que dejemos el camino que lleva a la aurora.

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El gatuperio treznante

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