jueves, 14 de agosto de 2008

El ojo de la escalera



Llegamos juntos al pie de esta escalera. Yo le dejé la mano y le dije que ya podía seguir sola, que no necesitaba su ayuda, que ese abismo no me asustaba y que podía seguir aprendiendo sola a subir.

Y empecé a subir. Y así se lo dije.

Llegamos juntos al pie de esta escalera. Tú me soltaste la mano y me dijiste que pensabas subirla sola, que no me necesitabas, que el abismo iba a estar allí y que debías aprender a subir sin ayudas.

Y empezaste a subir, uno a uno. O eso me decías.

Llegaron juntos al pie de esta escalera. Él no quiso, pero se soltaron las manos y ella le dijo que pensaba seguir subiendo sola, que no necesitaba que nadie la guiara y que ya estaba bien de subir juntos.

Y ella empezó a bajar, pero le decía que subía.

Llegásteis juntos al pie de esta escalera. Tú le soltaste la mano y él escuchó como le decías que no querías verlo más pese a que lo había dado todo por ti.

Y te fuiste en silencio.

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El gatuperio mirando por el ojo de la escalera

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