lunes, 14 de abril de 2008

¡Arre!

No, no te perdono. No podré hacerlo hasta que en tu devenir sean tenidas en cuenta otras personas.

Fíjate en que no personalizo nada; me da igual arar para otros trigos, lo que quiero es que puedan crecer.

Me da igual que otros te cosechen, trillen, avienten y muelan mientras alguien pueda amasarte y comer de tu entraña.

No, no perdono que sólo pienses en ti y no en el mal que me provocas. Tu alivio de un segundo es mi tortura infinita...

Sentado en el potro uno no puede perdonarse ni a sí mismo.

¡Arre!

- - -

El gatuperio pentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario