lunes, 21 de junio de 2010

Concierto

Que podía tocar el tambor de tu espalda con las yemas de los dedos, era algo que sabía. Que su piel era tersa pero firme, era algo que intuía. Que al son de la melodía los dedos me iban a recorrer buena parte del país de mis deseos, era algo con lo que soñaba...

Pero que la orquesta de tus labios, al compás marcado por la batuta de tu lengua, tocara una melodía de acompañamiento... No estaba previsto.

Tendremos que volver a concertarnos...

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El gatuperio solista

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