Sácame de ti, capricho. No puedo más, como si no hubiera mañana ni futuro posible sin tu sonrisa, la insistencia de tu deseo me tiene prisionero del instante en que te tengo cerca.
No soy libre más que para recluirme en tu pensamiento, no tengo más ansia que superar tu abstinencia. Yo ya no soy yo sino otro que se aparta de tu camino y esquiva tus miradas.
¿Qué más quieres?
—Quiero que siempre haya mañana.
—Ya te dije que «siempre» era una palabra muy larga.
—Pues a mí me parece que «capricho» es de cartón...
- - -
El antojo del gatuperio
No soy libre más que para recluirme en tu pensamiento, no tengo más ansia que superar tu abstinencia. Yo ya no soy yo sino otro que se aparta de tu camino y esquiva tus miradas.
¿Qué más quieres?
—Quiero que siempre haya mañana.
—Ya te dije que «siempre» era una palabra muy larga.
—Pues a mí me parece que «capricho» es de cartón...
- - -
El antojo del gatuperio
Los caprichos duran un instante. Yo quisiera haber tenido solo caprichos, desear que pase el instante, con o sin el capricho. Luego tener otro diferente, y otro, y otro...
ResponderEliminarMi problema es que no tengo caprichos, por eso no me duran un instante. Ojalá todo durara un instante, todo se olvidara en un instante; todo mi pasado se olvidara en un instante. Y pienso, pero ¿Cómo sería sin pasado? ¿Realmente sería como soy ahora? No, soy yo ahora porque tengo pasado. Pero, ¿tengo futuro? No lo sé. No quiero saberlo. Quiero vivir el presente, con intensidad, sin depender del pasado sin pensar en el futuro. Realmente no dependo del pasado, pero está allí o allà. A veces, abro un cajón y sale el pasado; a veces duermo y me despierta el pasado. ¡Vete pasado!. Me dueles, me haces daño, todo lo que pudo ser y no fue, todo lo que me prometiste que sería y no fue, todo lo que me decías que me darías y no me diste. ¿Por qué? Me respondiste que te dejé y que antepuse muchas cosas a ti y que cuándo regresé, lo intentaste pero ya nada era igual. No es verdad, yo no antepuse nada.
Sencillamente un día te fuiste, y me dejaste el pasado. No quiero nada tuyo, dijiste. Pero te llevaste mi corazón. Por favor, devuélvemelo. Necesito mi corazón. Tu no lo necesitas. Supongo que no lo habràs tirado. Tu ya tienes otro. Yo tenía corazón, sentía, amaba, daba, entregaba, pensaba, me atrevía, no temía a nada... ¿Y a qué temo ahora? A la incierteza de mi futuro.
Un instante de caprichoso desahogo.
Creo que se confunde usted de gatuperio...
ResponderEliminar