Y llegaste. Te escurriste hasta mi apostadero porque, confiado en tu habitualidad, no reparé en el peligro de tus ojos ni en la posibilidad de un ataque tan nocturno.
Y atacaste, con las garras retraídas para no herirme mientras entreabrías los labios para inocularme tu veneno. No hubo posibilidad de respuesta. Vacié mi cargador de besos y abrazos, pero tu mirada me dirigió una sonrisa definitiva...
Y me cazaste. Y para que otros supieran que me habías cazado tuve que mostrar mi piel desde los barrotes de esta jaula.
Y ahora que ya no cierras la puerta no sé hasta cuándo sobreviviría sin volver al calor de tu regazo.
- - -
El gatuperio perio
Y atacaste, con las garras retraídas para no herirme mientras entreabrías los labios para inocularme tu veneno. No hubo posibilidad de respuesta. Vacié mi cargador de besos y abrazos, pero tu mirada me dirigió una sonrisa definitiva...
Y me cazaste. Y para que otros supieran que me habías cazado tuve que mostrar mi piel desde los barrotes de esta jaula.
Y ahora que ya no cierras la puerta no sé hasta cuándo sobreviviría sin volver al calor de tu regazo.
- - -
El gatuperio perio
No hay comentarios:
Publicar un comentario