domingo, 14 de diciembre de 2008

Consabidad

De entre los procedimientos de la consabidad, otramente denominados deícticos, hay tres femeninos y uno masculino.

La deixis propiamente dicha, entendida desde la asunción de la realidad extralíngüística y su inserción en el discurso, tal vez violenta y a destiempo pero muy manida y necesaria en algunas situaciones.

Como variación de la deixis y manual de uso, la anáfora y la catáfora comparten el alcanfor contra la precocidad por amagamiento de síntoma. Uno precede y el otro antecede, pero los dos ceden. No son útiles contra el olvido ni los tratamientos de memoria: marcan y graban a fuego lo que no debiera ser considerado más.

Su feminidad se larva en la dualidad: son necesarios dos elementos siempre, y la supresión del uno conduce al otro a la infertilicidad.

Por contra, muy como procedimiento vital, la elípsis consiste en turbarse más de lo debido de tal manera que se sobrepase la ataraxia. Cabe objetar la redundancia de lo hecho aunque su defensa se fundamente en la necesidad de repetir uno a uno y de manera sostenida cada uno de los pasos necesarios para alcanzar fin y finalidad.

Su masculinidad recae en su naturaleza contextual y su uso por parte de la geodesia como tiralíneas del recuerdo implica procesos carenciales de muy difícil solución que, en caso de un uso erróneo, desembocarán en otros procedimientos deícticos de distinto género.

Algunos autores defienden una tercera vía de consabidad, de muy sencilla enunciación pero con una realización práctica muy alejada de nuestra moral semita, aunque su refutación choque con la ética de Helena (con la hache de solemnidad), que es precisamente su base. Esta tercera vía implica un farol y un caminar lento pero seguro; y es deíctica en tanto durante el camino se den la sustitución y la supresión de los elementos extralingüísticos vitales.

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El gatuperio consabidor

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