martes, 30 de diciembre de 2008

Espurena

Ahora que no puedo ir, me da por recordar paseos por la playa: paseos al amanecer, tras haber pasado una larga noche, paseos a mediodía, al atardercer...

Y pienso en toda esa arena mojada de la orilla, y en toda esa espuma del mar, y en que cada vez que paseaba yo quería que fueran las mismas; pero nunca lo eran. Porque más tarde, siempre más tarde, el mar borraba toda huella, y el viento esparcía toda espuma.

Y lo más curioso es que en ese momento lo que me maravillaba es que esa combinación de agua, arena y viento pudiera producir espuma, y que luego el propio viento la esparciera. Pero ahora lo que me maravilla es que pase lo que pase, la playa y el mar sigan allí...

Y eso es lo que ha de importar.

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El gatuperio libanés

domingo, 28 de diciembre de 2008

Bajo la bóveda

Que la vida tiene ciertas sonrisas es algo harto sabido. Son momentos en que el encanto de unos labios y el embrujo de una mirada conllevan la conciencia de lo indeseado como inevitable. Y saber que no puede ser le confiere a todo ello un halo de senda torcida pero placentera a la que es difícil resistirse.

Y como tiene sonrisas, tiene guiños y mordiscos y lágrimas... Tiene cadenas invisibles e inasibles que impiden toda huida de la realidad. Tomar conciencia de todo esto es complicado hasta que no se acepta como válido el hecho inicial. Entonces lo duro es enderezar la senda y retomar el camino que debe conducir hasta las metas de la existencia (y no quisiera que de esta última proposición se llegara a inferir que existencia y vida se equivalen y corresponden de manera simétrica; es fundamental para comprender correctamente estas líneas).

Obstinarse en sonrisas (o guiños o mordiscos o lágrimas) no conduce más que al fracaso, entendido como un situarse fuera de la tierra pisoteada de la senda y pisar la hierba que el rocío de todo lo nuevo empapa; porque obstinarse es no aceptar una parte de la realidad; y quien no acepta no da, y, por lo tanto, tampoco recibe.

El hecho de la resignación es un atajo que en contadas ocasiones une el pasado y el futuro de la propia experiencia vital, pero normalmente se queda en un mero parche del presente que tarde o temprano se revelará inútil. Todo lo que conlleva la circunstancia no tiene por qué ser bien recibido, pero no debe ser jamás rechazado, al fin y al cabo la circunstancia es uno mismo y uno mismo es la circunstancia.

Y de nada sirve esquivarse.

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El undécimo gatuperio tras el día

sábado, 27 de diciembre de 2008

Pensar tu nombre ahora envenena mis sueños

Hoy me levanto cernudo tras comprender que mis brazos son nubes y que me va a ser imposible estrechar nada mientras así sea. Pero, de pronto, el viento escapa a estos insomnios y recorre los vastos jardines sin aurora en busca de la barraca del olvido, y los llena de la misma manera que se llena la soledad, de él mismo, de tal manera que lo único importante es que quiero estar solo en el sur...

Quizás mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta;
y esa voz no se extingue como pájaro muerto:
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

Y claro, a todo esto, en otra parte, en otro momento, me siento ruin, y cretino, y de tal manera, además, que esos sentimientos no se excluyen, porque no puedo dejar de pensar que el destierro y la muerte, para mí, estarán donde no estés tú...

Y me sorprendo, dormido a la vera del camino, repitiéndome a mí mismo...

No. Eres tú quien sueña sólo
aquel efecto noble compartido,
cuyos ecos despiertan por tu mente desierta
como en la concha los del mar que ya no existe.

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El gatuperio bidón

lunes, 22 de diciembre de 2008

El hombre del momento

Para lo bueno y para lo malo, eres el hombre del momento. Estás en boca de todos y todas querrían tenerte en la boca. Y no sabes por qué. A lo mejor porque la realidad que ofreces ha sido pasada por el cedazo de un comportamiento socialmente reprobado, o porque no es posible saber en ningún momento si cuando hablas dices la verdad o la mentira, o ambas a tiempo y vez.
 
Eres el deseo de todos cuando todas te desean. Y no puedes ir dudando a cada paso, has de pisar fuerte y hacer retumbar el suelo, dejar de ser rastrero y no sembrar de dudas el camino. Piensa: de noche la senda ha de ser iluminada por tus huellas.
 
Pero vacilas como un cirio pascual en el presbiterio, como un eyeliner en manos de una niña, como una sonrisa en un funeral... Y aunque realmente sea como el barco que pese al zarandeo de la tormenta sigue su rumbo, vacilas. Y a cada paso la culpa es pena y la pena es penitencia. Y en eso estás y de ahí no sales...
 
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El gatuperio triste
 

lunes, 15 de diciembre de 2008

La caza del cazador

Y llegaste. Te escurriste hasta mi apostadero porque, confiado en tu habitualidad, no reparé en el peligro de tus ojos ni en la posibilidad de un ataque tan nocturno.

Y atacaste, con las garras retraídas para no herirme mientras entreabrías los labios para inocularme tu veneno. No hubo posibilidad de respuesta. Vacié mi cargador de besos y abrazos, pero tu mirada me dirigió una sonrisa definitiva...

Y me cazaste. Y para que otros supieran que me habías cazado tuve que mostrar mi piel desde los barrotes de esta jaula.

Y ahora que ya no cierras la puerta no sé hasta cuándo sobreviviría sin volver al calor de tu regazo.

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El gatuperio perio

domingo, 14 de diciembre de 2008

Consabidad

De entre los procedimientos de la consabidad, otramente denominados deícticos, hay tres femeninos y uno masculino.

La deixis propiamente dicha, entendida desde la asunción de la realidad extralíngüística y su inserción en el discurso, tal vez violenta y a destiempo pero muy manida y necesaria en algunas situaciones.

Como variación de la deixis y manual de uso, la anáfora y la catáfora comparten el alcanfor contra la precocidad por amagamiento de síntoma. Uno precede y el otro antecede, pero los dos ceden. No son útiles contra el olvido ni los tratamientos de memoria: marcan y graban a fuego lo que no debiera ser considerado más.

Su feminidad se larva en la dualidad: son necesarios dos elementos siempre, y la supresión del uno conduce al otro a la infertilicidad.

Por contra, muy como procedimiento vital, la elípsis consiste en turbarse más de lo debido de tal manera que se sobrepase la ataraxia. Cabe objetar la redundancia de lo hecho aunque su defensa se fundamente en la necesidad de repetir uno a uno y de manera sostenida cada uno de los pasos necesarios para alcanzar fin y finalidad.

Su masculinidad recae en su naturaleza contextual y su uso por parte de la geodesia como tiralíneas del recuerdo implica procesos carenciales de muy difícil solución que, en caso de un uso erróneo, desembocarán en otros procedimientos deícticos de distinto género.

Algunos autores defienden una tercera vía de consabidad, de muy sencilla enunciación pero con una realización práctica muy alejada de nuestra moral semita, aunque su refutación choque con la ética de Helena (con la hache de solemnidad), que es precisamente su base. Esta tercera vía implica un farol y un caminar lento pero seguro; y es deíctica en tanto durante el camino se den la sustitución y la supresión de los elementos extralingüísticos vitales.

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El gatuperio consabidor

lunes, 8 de diciembre de 2008

Más sonrisas

Hace ya mucho que llegué a la conclusión de que la vida tiene sonrisas de las cuales es imposible sustraerse, y me parecieron paladas de tierra sobre el llanto de una niña malcriada. Ahora que me pregunto hasta cuándo resonarán, me descubro feliz si en un momento dado su eco no me encuentra.

Entonces la duda es si son cadenas que no acaban en ninguna argolla y que te condenan a ninguna parte estando en todas, o si escapar es tan sencillo como conseguir un antiguo mapa de la desesperación y quemarlo en la hoguera de las pasiones.

Y en eso estamos, en comprobar si realmente hay argollas o lo que tensa es un demonio...

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El gatuperio ajorcado

domingo, 7 de diciembre de 2008

Noticia breve de la tectónica de sábanas

Me sorprende ver como ha cambiado la geografía de mi edredón últimamente. Lo que antes era una llanura ahora es una serranía, y todas esas montañas forman valles fértiles y por ellas corren ríos en cuyas riberas explota la vida.

¿Qué más puedo decir? Todo este telurismo me adelanta el trabajo fenológico...

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El gatuperio topógrafo

miércoles, 3 de diciembre de 2008

No tienen pérdida

El camino, el primero, empezaba en mi soledad. Estaba medio escondido en un bosque de permisos y equívocos, tras unos matorrales de película de aventuras. Estaba marcado por un abrazo de sofá y para cogerlo debía mirarte a los ojos.

Pasé tantas veces cerca de él, perdido en aquel bosque sin un norte reconocido. Estuve tanto en el sofá con el cuerpo cargado de abrazos y un montón de besos en la recámara que pensé que no lo encontraría nunca.

A lo mejor tampoco sabía que existía.

Y en este momento, ahora que lo cojo cada día para ir a verte, todo se ha revestido de tal familiaridad que me parece que no puedo perderme nunca: tus zapatos tirados por ahí enmedio, las puntas de tus pies insinuándose bajo la manta, los cojines desordenados y cómodos, tu espalda sobre mis rodillas, los brazos tras el cuello...

Puedo recorrer el camino ya con los ojos cerrados y encontrar siempre al final tus labios...

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El gatuperio sobre el diván

lunes, 1 de diciembre de 2008

Isofenia

Tiene infinitos caminos. Y todos llevan al mismo lugar, otro camino. Están indicados por avisos claros e inequívocos, perderse es imposible. He podido ir hasta más allá de los primeros recodos de algunos mientras ya me recorría otros, y he visto como serpentean a lo largo de esa espalda dulce y melosa y pierden su nombre más allá del horizonte.

Habrá de irse tirando un mapa isofeno y procurar que tanta sinuosidad se represente como es y no como se imagina, aunque si digo la verdad, estoy seguro de que coincide con la geografía básica que he observado en sus besos.

Y en ello estoy, en interpretar lo que sucede en cada pliegue del plano al tacto de la yema de mis caricias.

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El gatuperio tonográfico