Este atraco comienza cuando descubro que comulgo con la doctrina que propugna el rebane de los pechos como magnolias. Eso me lleva a pensar que ha llegado el momento de aspirar a escribir algo peor. Entonces abro el cajón del escritorio y lo revuelvo buscando en él a mi mejor crítico. No lo encuentro pese a que los indicios de su presencia son muchísimos. Cierro el cajón, sonrío pensando en que acabará inevitablemente en los brazos de la Venus de Milo.
Mejor, sólo después de deshacerme de todo podré aspirar a mi propia nada. A ello voy.
Tras un rato, me enfado, me levanto y enciendo un cigarrillo. Lo dejaré. Acabo de comprender que tanto querer no plagiar, ni siquiera a mí mismo, tanto querer ser diferente, tanto intentar renovar no me lleva más que a escribir siempre lo mismo.
Escribir... ¿para qué? Yo lo que quiero es que alguien llegue a volar conmigo.
- - -
El gatuperio huyendo en tranvía
Mejor, sólo después de deshacerme de todo podré aspirar a mi propia nada. A ello voy.
Tras un rato, me enfado, me levanto y enciendo un cigarrillo. Lo dejaré. Acabo de comprender que tanto querer no plagiar, ni siquiera a mí mismo, tanto querer ser diferente, tanto intentar renovar no me lleva más que a escribir siempre lo mismo.
Escribir... ¿para qué? Yo lo que quiero es que alguien llegue a volar conmigo.
- - -
El gatuperio huyendo en tranvía
No hay comentarios:
Publicar un comentario