Estoy junto a ti. Es domingo de café con leche y suplemento. Todavía no te has dado cuenta de que te estoy mirando. Pienso que supe tu nombre antes de conocerte, que mentiría si te dijera que en ese momento ya me gustaste, pero también que faltaría a la verdad. Pienso que, en cierta manera, quise el refugio de tu nombre para una parte de mí, pero, igualmente, pienso que para nada te haría daño. Resultas demasiado buena para poderte siquiera imaginarte abrazándome mientras te confieso que te amo desde el principio de los tiempos, cuando todavía el trigo no podía ser pan.
—¿Qué significa que el trigo no podía ser todavía pan?— Preguntas sin levantar los ojos.
—Que se doraba al sol hasta que algún terral lo arrastraba lejos de cualquier lugar.
No me has escuchado. De hecho no prestas atención a lo que te digo, sólo lo haces a lo que pienso.
—Un lugar como este...
—No, un lugar como ese en el que te abrazaba y tú me querías.
—Ese lugar no existe en concreto. Tampoco existe en abstracto, pero, en general, es cualquier lugar en el que nos hallemos.
—No existe porque no puede imaginarse.
—¿Porque soy demasiado buena para que te abrace y tu me susurres tu amor desmenuzadito en cumplidos?
—Sí. Y porque no me quieres.
—Porque no te dejas querer.
—Porque no me quieres.
—Por eso, porque no te dejas querer.
—¿Si me dejara querer me querrías?
—Pues no lo sé, pero al menos podrías quererte tú. Por algo se empieza.
Pasas la página mientras pienso que por eso supe primero tu nombre y luego buceé en tus ojos oscuros.
- - -
El gatuperio lacte
—¿Qué significa que el trigo no podía ser todavía pan?— Preguntas sin levantar los ojos.
—Que se doraba al sol hasta que algún terral lo arrastraba lejos de cualquier lugar.
No me has escuchado. De hecho no prestas atención a lo que te digo, sólo lo haces a lo que pienso.
—Un lugar como este...
—No, un lugar como ese en el que te abrazaba y tú me querías.
—Ese lugar no existe en concreto. Tampoco existe en abstracto, pero, en general, es cualquier lugar en el que nos hallemos.
—No existe porque no puede imaginarse.
—¿Porque soy demasiado buena para que te abrace y tu me susurres tu amor desmenuzadito en cumplidos?
—Sí. Y porque no me quieres.
—Porque no te dejas querer.
—Porque no me quieres.
—Por eso, porque no te dejas querer.
—¿Si me dejara querer me querrías?
—Pues no lo sé, pero al menos podrías quererte tú. Por algo se empieza.
Pasas la página mientras pienso que por eso supe primero tu nombre y luego buceé en tus ojos oscuros.
- - -
El gatuperio lacte
No hay comentarios:
Publicar un comentario