miércoles, 15 de octubre de 2008

Reconcomios

Te traicionas. Y en sazón no te cuesta nada mirar hacia otro lado, sabedora de que si tus ojos no ven, tu corazón no siente.

Pero... ¿Qué hay de mí? ¿Debe tu corazón exánime rebuscar a la luz de tu ceguera mendaz en mis entrañas destrozadas por la realidad que te niegas?

¿Acaso no merezco al menos que consideres que la pena que te evitas desviando la vista es la que me carcome?

¿Cuando sale el sol te figuras la luna rielando sobre el mar en el que me naufragaste?

Bien sabes que estoy aquí todavía, otra diferente es que lo quieras saber.

Porque aunque el aliento de tus besos provenga de tus engañadas entrañas, me insufla de vida la esperanza de volver a medir tu compañía por eternidades.

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El gatuperio porfiante

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