lunes, 10 de noviembre de 2008

Sufre

Deja que mi dolor nos conduzca por un camino equivocado.

Deja... Y créete por un momento que somos los polos de un imán de tristezas y soledades y que sólo podremos orientarnos sobre la sal que nos dejó el amor al evaporarse; sal gema, halita blanca y cegadora, espejo de amaneceres sombríos... Olvida que todo es culpa mía por no atreverme a cambiar.

Deja, y colabora en ello, que enjaule la cordura en tu pecho para que al respirar se exprima y mane un desamparo oceánico. Deja, pilotando, que naveguemos en él hasta naufragar y que un millón de mediodías solos lo reduzcan a salitre.

Deja, como buen albacea del cariño y la amistad, que la esperanza se refugie en no desaparecer.

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El gatuperio marmesor

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