El mar, quieto, en bandeja; sin olas, sin viento, sin corrientes, sin orilla ni arrullo, callado con ese silencio de cuando miro sin mirar y estoy conmigo sin estar.
El mar, desnudo y sin azul, casi que sin sal ni misterios, mudo, sin el murmullo de la brisa por entre las torres de los castillos de arena.
El mar, falso como las verdades de las caracolas y los contratos de arrendamiento de los cangrejos ermitaños, conteniendo la respiración cada vez que pienso en ti...
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El gatuperio en su orilla
El mar, desnudo y sin azul, casi que sin sal ni misterios, mudo, sin el murmullo de la brisa por entre las torres de los castillos de arena.
El mar, falso como las verdades de las caracolas y los contratos de arrendamiento de los cangrejos ermitaños, conteniendo la respiración cada vez que pienso en ti...
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El gatuperio en su orilla
Precioso.
ResponderEliminarPrecioso el momento. Todo lo demás es un burdo intento de transmitirlo.
ResponderEliminarPues yo creo que todo es precioso. Y a quien vaya dirigida esa contención de la respiración seguro que piensa lo mismo que yo.
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