martes, 22 de septiembre de 2015

Preguntas

En toda relación hay preguntas que hacer. Y palabras prohibidas para responder esas preguntas, ya sea bien o mal. Son preguntas que uno debe responderse a sí mismo antes de hacerlas al otro si no quiere que el otro le responda con una verdad que luego sea engaño. Este es un proceso que la edad ajusta, de tal forma que prohibe unas palabras y prepara otras, incluso las pule, para que tengan la medida exacta de lo que quiere decirse, en el momento y la forma en que sea preciso. Todo ello conforma un mecanismo que la experiencia lubrica, para que todo sea como debe ser hasta que deje de ser.

—¿Y mientras?
—Entonces seguirá siendo.

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El gatuperio impetuoso

domingo, 20 de septiembre de 2015

Ahora

Sí, hubo un ahora, precedido de un ya con su «preparados» y «listos» de sofá y peli de tarde lluviosa. Unos días antes cada no iba siendo un poco más y parecía que cada vez que nos veíamos solo podía, ahogado e impaciente de ti, respirar tu aire...

Y al principio fue de abrazos porque demasiado ocupado estaba en evitar que escaparas como para besarte. Luego, besos a chorros, y caricias, y silencios como si no hubiera mañana. Cuando recuperamos el aliento, convinimos en abrir la caja de los adverbios y mezclarlos, concebimos un mientras de lugar y expandimos su límite más allá de hasta, y forjamos un así camaleónico, capaz de cambiar de referencia temporal tras cada conjunción...

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El gatuperio autocensurado

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Allendetonces

Entonces pasó y tras el desde llegamos al mientras, que ahora mismo es ya. Y no parece que nos importe su solución de continuidad, porque es continuo en tanto sus confines no se superen.

—Pero es que mientras no es un lugar.
—Ni tú una ilusión....

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El gratuperio gamático

sábado, 5 de septiembre de 2015

Confort

De un tiempo a esta parte, mi zona de confort se fundía brumosa con el oeste, allí donde lindaba con la tuya, como lo hacen sobre las butacas de los cines los brazos de las parejas que no son pareja... Sí, se iba expandiendo con tu compañía hasta el trayecto hacia tu casa. Luego, solitario, se contraía con la melancolía de la vuelta...

Entonces tu zona de confort no abarcaba mi sofá, ni el roce, las caricias o los besos... Ni su pura ensoñación...

—¿Y tras el entonces, qué hay?
—Por ahora, un mientras...

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El gatuperio todavía