Ce e i griega se casaron un once de octubre hace ya la tira de años. No sé quiénes son, ni dónde viven ni a qué dedican su tiempo libre. Me suda la polla. Pero hoy puedo fumarme un Vasco da Gama claro de los que repartieron en su boda. Tampoco recuerdo cómo ha llegado hasta aquí, ni me importa. No lo guardaba para nada en especial, porque estas noches de sábado solito en casa, regado de cerveza, con la música a toda hostia, ya no son especiales.
Pero aquí estoy, paladeando cada bocanada, fumándome la duda de si él, cuando se la trinca, la llama i griega o ye...
A ratos sonrío convencido de que ella es de amores quedos, a lo más de gruñidos, y de uñas largas y con restos de espalda y sangre...
A ratos sonrío convencido de que ella es de amores quedos, a lo más de gruñidos, y de uñas largas y con restos de espalda y sangre...
Porque al menos los hay que tienen quien les arañe la espalda y no los recuerdos...
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Algunos rasguños del gatuperio
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