A todo esto, el gatuperio empieza a temer la soledad. Se ve siendo eternamente el pequeño amigo del viento del oeste y, a lo peor, creerá haber brindado con chianti por todas esas veces que alguien mata el tiempo leyéndolo desde un tren que llega a todas partes.
—¿Por qué será que últimamente a cualquier hora la luz del sol es blanca como un amaine?
—¿No la querrás anaranjada?
—No, la quiero muda.
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El gatuperio vero
—¿Por qué será que últimamente a cualquier hora la luz del sol es blanca como un amaine?
—¿No la querrás anaranjada?
—No, la quiero muda.
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El gatuperio vero
No la quieres muda, pero... ¿Quieres escuchar lo que tiene que decir?
ResponderEliminarPrimero debería oírlo...
ResponderEliminarNo estaría mal si fuera cierto. No estaría mal si lo pidieras. No estaría mal si existiera un momento para ello. No estaría mal si lo hicieras.
ResponderEliminarMe parece que nos equivocamos de gatuperio...
ResponderEliminarSeguramente. En los últimos tiempos parece que no damos ni una.
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