viernes, 27 de agosto de 2010

Adiós

—De acuerdo... Pero ten muy claro que nadie te querrá nunca como yo.
—Ni Jamás.

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El gatuperio al punto.

jueves, 26 de agosto de 2010

Calma

El mar, quieto, en bandeja; sin olas, sin viento, sin corrientes, sin orilla ni arrullo, callado con ese silencio de cuando miro sin mirar y estoy conmigo sin estar.

El mar, desnudo y sin azul, casi que sin sal ni misterios, mudo, sin el murmullo de la brisa por entre las torres de los castillos de arena.

El mar, falso como las verdades de las caracolas y los contratos de arrendamiento de los cangrejos ermitaños, conteniendo la respiración cada vez que pienso en ti...

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El gatuperio en su orilla

viernes, 20 de agosto de 2010

Wis

El gatuperio daría cualquier cosa por sentir lo que siente ahora mismo el resto de sus días. Pero sabe que precisamente por eso, porque no es cualquier cosa lo que debe dar, debe apurarlo hasta las heces...

O decidir. O decidirse para siempre...

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El gatuperio consin

miércoles, 18 de agosto de 2010

Otros momentos

Te necesito cuando te necesito, no en otro momento. El problema es que empieza a haber otros momentos que están disconformes con su «en»...

—¿En qué lo notas?
—En que si hablamos empezaremos así cada frase...
—Entiendo...
—¿Entonces?

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El gatuperio palilálico

martes, 17 de agosto de 2010

Sobre las olas

Hay un quien que no quiere nada. El otro quien lo quiere todo. Entremedio no hay camino, ni espacio posible con que graduar adecuadamente las apetencias.

Un quien besa con los ojos cerrados, sabedor del triunfo de sus labios; el otro, no los cierra, besa vigilante con el celo del policía que está atrapando al más buscado delincuente.

—¿Cómo sabes si cierro o no los ojos?
—En realidad, no lo sé...

Y los dos sobre las olas. Un quien no nada y se ahoga; el otro, todo y se desahoga.

Y en eso estamos.

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El gatuperio a besos

martes, 10 de agosto de 2010

Urgencia

Ligero, ligero, gatuperito...

Corre, que el tiempo no te atrape, ni te roce, que su zarpa no te despedace contra los días y las horas y su aliento no te lance contra las manecillas mareadas de tanta docena...

Ahí, cabalga la ola de las prisas y besa con ella, veloz, la dorsal de todas las orillas que infructuosamente hayan querido pactarte...

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El mezzo del gatuperio

domingo, 8 de agosto de 2010

Arena entre los dedos

Ahora que ya estás otra vez frente a ese mar que tanto te atrae, y has dejado de querer alejarte tan pronto como te haya entrado por los sentidos, abandona la orilla y adéntrate en el agua hasta las rodillas, siéntate justo donde la ola es espuma y aguanta...

Si coges arena notarás que se te escurre entre los dedos como el tiempo, sin poder evitarlo, y aunque la saques fuera del agua seguirá yéndose, y, aunque cierres los dedos, seguirá yéndose... Y seguirá y seguirá yéndose hasta por los intersticios de tu experiencia.

Y, si algo queda, no lo olvides, no lo maletiquetes en los baúles de la memoria abriendo las palmas contra la espuma: lo que podía diluirse ya se diluyó, lo que podía escurrirse ya se escurrió... Y tú no eres nadie para deshacerte de lo que se te quedó...

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La ribera del gatuperio

lunes, 2 de agosto de 2010

Tras los puntos suspensivos

Tras los puntos suspensivos existía el infinito; era cuando te ensortijaba los cabellos con los dedos mientras te besaba lárgamente las comisuras y el cuello. Y tu sonrisa era una sonrisa, y tus brazos me sostenían para no caer en él.

Todo ello era apreciable porque me concentraba en señalizar los caminos de tu espalda en un intento de recorrerlos con los otros dedos sin pasar dos veces por una misma encrucijada, convencido de que por algún lugar se llegaba a alguna parte.

Tras los puntos suspensivos existía ese lugar, desconocido y agradable, una estación terminal en la que descubrir nuevas sensaciones y apacentarse a la vera del tiempo sin que su fluir preocupara nunca más.

Yo lo ví, yo lo vi como veo ahora que nunca habría podido llegar a él solo y sin ayuda, y que todas las cartas, los planos y los mapas que llevaban allí eran billetes dobles...

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El marear del gatuperio