El gatuperio cumple sus máximas mientras espera que otra no sobrepase sus marcas, pero al final, se traiciona a sí mismo, desesperado ante la constatación de marcas elásticas y cabellos al son ágrafo de una noche de verano.
Y en eso está, sentado en la sala de espera junto a la afasia, la discalculia y la disartria.
—Oye, ¿y tú a qué vienes aquí?
—A enseñarte mi etiología...
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El gatuperio bastardo
Y en eso está, sentado en la sala de espera junto a la afasia, la discalculia y la disartria.
—Oye, ¿y tú a qué vienes aquí?
—A enseñarte mi etiología...
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El gatuperio bastardo
...Ante un ataque frontal no puede uno revolverse si no ceder, y ceder también la culpa de ver truncada tan voceada integridad…
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