jueves, 18 de marzo de 2010

Novísimo

Muy a lo último, recuerdo que te hice un amor para que pudieras ir a misa de doce orgullosa y segura, envidia de beatas malfolladas y deseo de señorones de manos agrietadas y tez morena.

Recuerdo que mientras el sol empezaba a escodar, las calles repicaron a gloria.

Recuerdo que mientras te disfruté esa era la gloria que se tañía desde todo campanario, en todo momento, sobre mares de mies y siembra de copos.

Recuerdo que te alejabas buscando las sombras del mediodía.

Ahora lo recuerdo todo porque no tengo nada. Pero no añoro más que tu ausencia, el silencio vacío de tus pasos o la puesta de sol al trasluz de la soledad.

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Una melancolía del gatuperio

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