Aunque se hagan a la fuerza, sé que hay caminos agradables. Tienen curvas agarradas a repechos y rectas de horizonte inolvidable, y están marcados por un compás en cuyo centro no hay nada más que la almáciga que ocuparon tiempo atrás enamoramientos fugaces.
Esos caminos de polvo respirable y piedra llovida uno disfruta de la soledad del abandonado y hasta procura intrometerse en la del abandonador para constatar la solidez de su haberío.
Y en eso estamos.
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El gatuperio curvo
Esos caminos de polvo respirable y piedra llovida uno disfruta de la soledad del abandonado y hasta procura intrometerse en la del abandonador para constatar la solidez de su haberío.
Y en eso estamos.
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El gatuperio curvo
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