martes, 23 de septiembre de 2008

Ocho

Ocho es mucho. A saber:
    → Uno más que siete, uno menos que nueve.
    → Ocho son dos cuatros, cuatro doses.
    → Ocho son ocho unos, pero no ocho ceros.
    → Un ocho es tres más cinco, la sexta de Fibonacci.

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El gatuperio echando con los ochos

lunes, 22 de septiembre de 2008

Otoño


Ya muere el verano a base de nubarrones y galernas. Todo ha terminado. Todo lo que pudiera hacerse libre al aire ha terminado. Ahora toca trabajar a cubierto y pensar lánguidamente en lo bonita que es la luz tras el cedazo de la tormenta y la tempestad.

Ahora toca pensar en lo que debió ser y fue, sin olvidar que todo, todo, se va y vuelve por efecto del compás de las estaciones. Tuvimos tantas esperanzas en un hastío de estío que tal vez se nos escaparon pequeños retazos de una realidad que queríamos sufrir segundo a segundo, mascando retama y escupiendo verdades, aheleadas de tanta saliva rencorosa.

Ahora que toca reponer fuerzas, pasear entre las barcas varadas y clavarse de cuando en cuando la aguja al cosernos a las redes, a ver si hay suerte y cuando haga bueno nos pescamos nosotros mismos reinventados en otros desgraciados de igual mirada.

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El gatuperio protohiemal

sábado, 20 de septiembre de 2008

Curvas agarradas

Aunque se hagan a la fuerza, sé que hay caminos agradables. Tienen curvas agarradas a repechos y rectas de horizonte inolvidable, y están marcados por un compás en cuyo centro no hay nada más que la almáciga que ocuparon tiempo atrás enamoramientos fugaces.

Esos caminos de polvo respirable y piedra llovida uno disfruta de la soledad del abandonado y hasta procura intrometerse en la del abandonador para constatar la solidez de su haberío.

Y en eso estamos.

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El gatuperio curvo

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La fuente de mi sed

Ahora que ya sé que hay un cielo que cubre la tierra y el mar, necesito más que nunca agarrarme a la cola del viento para poder volar y así comprobar si es cierto que esta mañana iba vestida la aurora con rayos de sol, y que en los cabellos, prendida, llevaba una flor...

Y por más que busco no encuentro esa cola en ninguna parte del viento, y me agobio, niña, me agobio tanto...

¿Cuál es la fuente de mi sed?

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El gatuperio trianero

sábado, 13 de septiembre de 2008

cientotrece

Así, escrito todo de un tirón, sacudiéndonos el yugo del sistema decimal.



Porque cuando nos presida ese número no vamos a necesitar los dedos para nada.

Admiremos la gracia del cantero; tras cincelar nuestro cientotrece lo prometió a las legañas del tiempo, y a ello se le dedica: a procurar que, cuando abramos los ojos, el sueño que hayamos dormido en su fonda haya sido el de justos...

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El gatuperio con la gubia entre los dientes

martes, 9 de septiembre de 2008

Formar sonidos en demostración de saña

—Sucede que temo la palabra.
—¿La dada?
—Y la tomada. Y la que le da la vuelta a las cosas y nos enseña su revés.
—Dirás *la que muestra las cosas tal y como las ven los demás*, ¿no?
—Los demás no, tú. Como tú las ves.
—No, los demás. No quieres otra cara de la realidad que no sea la tuya; que sea mía o de cualquier otro que no seas tú es irrelevante.
—Es la única que me sonríe...
—Pero para que te sonría regaña los dientes a otros.
—¡No! Me sonríe a mí y a los que están tras de mí.
—¡No hay nadie detrás de ti!
—Dije tras, no detrás...
—Y yo regañar y no llorar.

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El gatuperio desabrido