Ahora que el sol yace bajo el mar y la brisa se contiene, puedo ver cómo me refleja el agua mientras noto que todo sigue caliente: el asfalto, la acera, el muelle... Pero sólo puedo ver mi reflejo sediento y no el de los demás.
Claro. Por mucho que ocupemos el mismo espacio durante un mismo tiempo, cada uno de nosotros habita en su realidad y a través de ella se realiza. De manera esporádica algunas realidades se entrecruzan, pero lo más normal es que eso dure sólo unos pocos segundos.
Hace nada que nos hemos cruzado. Y te lo digo para que lo sepas, aunque no llegues a leer esto nunca y ni siquiera sigas pensando en mí (porque sé con la certeza del asesino que por un momento lo has hecho).
Nos hemos cruzado y he visto mi reflejo del mar en tu pupila. Y, sabiendo muy bien por qué, me he acordado de los feos, porque eres tan fea como pueda serlo y saberlo yo, porque me ha parecido que por nuestras heridas manaba la misma sangre y porque ciertas uñas sólo se hallan al final de algunas zarpas que, casualmente, conozco demasiado bien
Pero pensando en lo fea que eres te me has ido, quién sabe si asustada por haberte asomado a tu misma soledad o árida ante la sed que has despertado en mis margaritas...

Si algún día vuelves, lo peor no será asumir la necesidad de aliento de tu cuello...
- - -
El gatuperio flejo
Claro. Por mucho que ocupemos el mismo espacio durante un mismo tiempo, cada uno de nosotros habita en su realidad y a través de ella se realiza. De manera esporádica algunas realidades se entrecruzan, pero lo más normal es que eso dure sólo unos pocos segundos.
Hace nada que nos hemos cruzado. Y te lo digo para que lo sepas, aunque no llegues a leer esto nunca y ni siquiera sigas pensando en mí (porque sé con la certeza del asesino que por un momento lo has hecho).
Nos hemos cruzado y he visto mi reflejo del mar en tu pupila. Y, sabiendo muy bien por qué, me he acordado de los feos, porque eres tan fea como pueda serlo y saberlo yo, porque me ha parecido que por nuestras heridas manaba la misma sangre y porque ciertas uñas sólo se hallan al final de algunas zarpas que, casualmente, conozco demasiado bien
Pero pensando en lo fea que eres te me has ido, quién sabe si asustada por haberte asomado a tu misma soledad o árida ante la sed que has despertado en mis margaritas...

Si algún día vuelves, lo peor no será asumir la necesidad de aliento de tu cuello...
- - -
El gatuperio flejo