El viaje es largo, no en relación al tiempo o al espacio, sino al ansia. Comenzó ya al sopesar su posibilidad, y todavía no ha terminado. Uno no sabe si otro viaje marcaría un final o se le solaparía. No es que deba acabar, ni que tal se persiga; no afecta, ni obsta... Y como hablamos de dos sobre uno, podríamos hablar de tres sobre dos, cuatro sobre tres... «Ene sobre ene menos uno» que dirían los que suelen atreverse a topografiar el infinito, aunque de puro cuadrado no viajen realmente.
—Yo no viajé.
—Tú contienes mi infinito.
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El gatuperio mabelino