Al final del camino, te das cuenta de repente: no hubo abril. Es ahora que el día se estira hasta la agonía del solsticio que se echa en falta.
Tres voces te conminan a soltar la hoz:
—Déjalo, no segarás en tanto no tengas abril, y eso no sucederá en tanto te tutele la razón...
—Y La razón te tutelará hasta que aprendas a dejarte querer.
—Será que el crepúsculo borró las estatuas más allá de donde te has alejado...
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El gatuperio maltés
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