IIXIIXII
Ya no vale acordarse
del camino que tomaste
para llegar hasta aquí,
del color del cielo
antes de que te anocheciera,
de las manos que te acariciaron
mientras ibas partiendo,
de las lágrimas que inundaron
las calles de mis pasos.
No vale. Es querer abarcar nada.
Y el disco que sonaba, finaliza... Y sobreviene un silencio sucio.
[...]
—No es por ese nada, pero sigues igual de solo.
—O peor...
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El gatuperio memoroso