Mucho antes del principio no éramos nada que fuera algo.
Durante el principio, tampoco éramos nada, aunque ya empezábamos a ser un poco de algo; no es que fuéramos mucho más que nada, pero ya era bastante.
Un tiempo tras, ya siendo bastante, decidimos no ser todo. En efecto, no éramos todo, aunque cuando estábamos lo fuéramos sin querer serlo. Cuando no estábamos éramos nada, un nada con un poco de algo, pero no el poco de algo del principio, sino un poco de algo de más tarde (que es tan algo que se acerca a poco de todo).
Ahora parece que somos mucho, estemos o no estemos, queramos o no queramos (aunque lo somos porque queremos, pese a que haya alguno no sepa qué y algún otro que sepa demasiado).
Y quienquiera que se atreva a querer más, mucho más, bastante más, todo más e incluso más de todo, no va a querer nada diferente que el demás que no se atreve a nada ni a menos que nada.
Y en eso estamos.
- - -
El gatuperio difuso