A la hora de olvidar, prefiero olvidar los buenos momentos, dejar que se doren al fuego lento de su melancolía y que se fundan en una sensación tranquila y apacible, mézclandose en su último momento con otros similares.
—¿Y los malos recuerdos?
—Esos se atesoran con mimo. Todo debe tener su punto amargo...
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El gatuperio amarescente
—¿Y los malos recuerdos?
—Esos se atesoran con mimo. Todo debe tener su punto amargo...
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El gatuperio amarescente
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