Para convencer, a veces tengo que decir las cosas en un susurro, repitiéndolas en una letanía de eses y es, cortándolas entre silencios largos y reprendiéndolas mediante síes. Y entonces, magulladas de tanto diente y estrechez de labios, exhaustas y sin resuello, sueltan hasta el último sema, luego ya pueden significar lo que quiera.
—Eso es mentir.
—[...] Sí, te quiero.
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El gatuperio letánico