En un noviembre nefasto como este, uno piensa que aquello que siente no puede ser menos que lo que sienten los demás, pero el problema sobreviene al comprobar que no es algo recíproco, y entonces no hay vuelta atrás.
Silencio negro.
—Los muertos no son de nadie, aunque lo mismo son de todos, pero no en la misma proporción para cada uno.
—Pues ya vienen a reclamarlo.
—Entonces que cada palo aguante su vela...
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El gatuperio fado