Tomar el tren y viajar en el sentido contrario al de la marcha es languidecer. Uno ya no ve nada venir, simplemente vive y desespera.
Entonces ya se convierte en todavía no.
—¿Y qué hago? ¿Me cambio de asiento?
—Empieza a ser como no eres para seguir siendo lo que eras...
—Mejor viajo a tu lado.
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El gatuperio ferroviario