Permiso, el gatuperio se sabe exento y suelto, pero se resiste al despojo de la correa; aunque manumiso, el gatuperio se sabe errado, pero errante a veces coincide con otros errados y otros otros errantes también. Pese a todo, preciso, el gatuperio es consciente, según sea la compañía, correcto o atesto, de los caminos de erradura por que manece y resta.
Y en ello está la gracia: calzarse o no de haches, cruzarse o descruzarse, callar o callar...
Y cada cosa en su momento justo.
- - -
El gatuperio ferrado