Me gusta mirarme el ombligo. Es mi ombligo, de nadie más. Todos tienen uno, pero este me pertenece, y es diferente del de los demás, mal sea porque es mío. Y no quiero compartirlo, ni enseñarlo. Ni dar explicaciones.
Forma una cavidad y me esconde un pellejo... Corazón, a veces se me llena de pelusa, aunque otras sea pura borra.
Pero sigue siendo mi ombligo.
Pero sigue siendo mi ombligo.
A lo mejor si dejas de mirar tu ombligo y miras el mío algunas cosas serán más ciertas... A lo mejor, miraré el tuyo si me lo enseñas...
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El gatuperio y su cicatriz