Sucede que ya no me levanto desgarrado por las noches pensando qué podría haber hecho mejor. Y que tus palabras ya no son ese veneno que me quitaba el sueño, ni tu sonrisa despreocupada su frasco.
Sucede, y eso me basta.
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La cotidianidad del gatuperio
Sucede, y eso me basta.
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La cotidianidad del gatuperio